22 abril 2010

Bitácora de un abandomuerto



22 de abril de 2010, 2:24 a.m
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Apenas hace tres días me descubrí como alguien que no pertenece a esta realidad, un autista, un desadaptado, quizá me parezca más a un demente. No es la primera vez que pienso ser un loco, la primera vez yo no lo pensaba, pero todos mis amigos me lo repetían tan a menudo que terminaron convenciéndome y me acepté como uno, pero era una locura que permitía mi interacción con los demás, en cambio ésta, me escinde de la gente.
            Todavía no sé bien qué fue lo que pasó, de repente mis ojos vieron una luz tan intensa que seguro me cegó, después sentí que mi pecho se esforzaba por jalar aire y mi corazón latía frenético, sentía las sienes explotar. Luego, recuerdo que grité un nombre y nada más.
            Ahora ya esas molestias se calmaron, creo que ni siquiera necesito respirar, pero a cambio me duelen otras cosas. Siento que me duele la memoria, bueno, los recuerdos. Me duele acordarme del café, sobre todo del veracruzano. También los libros que he leído se me hacen que torturan, recordar Rayuela, La insoportable levedad del ser, El Quijote, y las antologías de poemas amorosos. Mirar mi computadora y saber, muy en el fondo, que tiene una gemela, es otra cosa que lastima. Las plantas de los pies, las suelas de zapatos recuerdan a los bailes y lo mismo, atraen el sufrimiento. Todas las cosas que tuvieran que ver con danza, curiosamente, esas me duelen y me hacen dar puñetazos de rabia, aunque por motivos diferentes que sin embargo no sé nombrar.
            Rememorar mi etapa universitaria es agridulce, admito que no es tan malo, pero a la luz de los años, hay espinas que me sangran, pero eso sólo aplica para mi espacio, mi facultad, las bibliotecas. Otras partes de la institución las maldigo por malos escenarios, casi podría decir que aborrezco gran parte de la cultura, o de sus edificios.
            Los labios están secos, hoy los tuve completamente partidos. Ya no es agradable pensar en las playas, menos si son de Jalisco. He llegado a mi cuarto y por algún motivo también me lastimó al abrir la puerta, no sé qué habrá sido porque repito que estoy ciego.
En algún instante pensé estar muerto, pero sentir es definitivo del vivir. Aunque, ni respire, ni vea, ni huela, ni hable; a pesar de ello sé que no estoy muerto.
Y quisiera saber el porqué de todos estos cambios, y todas mis conclusiones me llevan al nombre último que grité, pero no sé cuál fue. Sé que lo dije en voz alta y al acordarme es como un taladro en el centro del torso, es la cosa más terrible que pueda uno imaginar, pero ¡oh masoquista de mí! disfruto ese dolor como la cosa más preciosa que tengo, es un martirio placentero.
Quisiera decir que sé exactamente lo que me pasa, pero no poseo tales dones intelectuales. Insisto en que no estoy muerto, aunque sí siento me han robado más de media vida, las fuerzas. Ando por las calles porque mi cuerpo me lleva, pero la mente está en otro lado.
He pensado que el estar ciego me hace percibir diferente las cosas, y puede ser. Sin embargo estoy casi seguro de que no fue eso la causa sino una consecuencia, una de tantas. Y lo digo en serio, me han robado la vida porque como los recuerdos duelen, no me puedo acercar a una cafetería o un teatro, una librería, una biblioteca, un salón de baile, una cámara fotográfica, todo eso me da malestar. Es una enfermedad extraña y constante. Poco a poco merma mis fuerzas.
Por hoy he logrado sobrevivir, es el tercer día que me siento así, ya voy solo por las calles, me he abandonado. Soy un abandomuerto, ojalá un día descubra qué pasó. En ocasiones quisiera recuperar la vista por lo menos, pero si ha de ser para seguir sufriendo los recuerdos pero a todo color, y es cuando lo reconsidero.
Al final, supongo que no es tan malo, dicen que a todo se acostumbra uno. Mientras, creo que seguiré confesando mi amor amargo dulce por el nombre gritado y quiero saber qué significa. Hey, recuerdo algo más que me duele: una sonrisa.

20 abril 2010

¿Dónde se fue “mi sonrisa”?


Hoy más que nunca quisiera ser hijo de Cronos. Tener a voluntad control del tiempo, no sé si del lineal, o si del circular, aquel que Borges tanto idolatraba. Quisiera saber lo que se siente viajar por los instantes, a veces de regreso, a veces al futuro, y lo admito, mi interés no sería en absoluto científico sino muy, pero muy personal.
            Dejaría lo que fuera por lograrlo, dejaría mi carrera, mi trabajo, mi posible futuro, mi prestigio, incluso mi dignidad cedería. Como dice Joan Sebastian, “empeñaría lo más caro que tengo que es mi libertad”. Infortunadamente los deseos muy pocas veces truecan en realidades y este es un caso que se suma a las estadísticas, no importa que ayer haya habido lluvia de estrellas, porque juro que a todas les pedí fervoroso mi plegaria, y hoy, la realidad me tiró un par de dientes y mas de alguna lágrima.
            El pasado es aquella sucesión de decisiones que nos han llevado hasta este momento. Del mío no estoy muy orgulloso, preferiría estar en el sepulcro a poder escribir este artículo si ello hubiera logrado mantener el tesoro más precioso de mi vida, el cual, hoy, la neblina del cansancio ha escondido de mi vista.
            He perdido señores, la sonrisa más hermosa de cuantas puede haber en este mundo. La longitud precisa, la apertura de labios adecuada, alineación de dentadura, la mejor, e intercambio de amores, la que más. La he perdido, le he dejado escapar y no encuentro cómo detener el mar de sufrimiento. Quiero decir perdón, pero es insuficiente, no cabe duda que la voz termina yendo con el aire y al caer de las gotas, un vaso acaba por derramarse.
            No sé cuánto pueda observarse tras esa oscura niebla, pero quiero gritar que no importa la tormenta, el frío, los relámpagos, las olas, con mi remo maltrecho y mi barcaza errante juro ante Poseidón y siete mares, que he de brindar mi vida por ver tan blancas perlas. Más valiosas que el oro, más que la plata blanca, más que mi hermosa, luna, más, más, más.
            Fue error imperdonable dejarla descuidada, lo sé, lo reconozco y quisiera cambiarlo, pero no siempre querer es poder. Hoy me encuentro a oscuras, a la deriva en un océano que mis lágrimas han formado, testigo salobre de mi desesperación. ¿Habré de morir en el intento? Bien lo vale, mi vida no es ya nada sin su brillo. No importan otras cosas, no hay placeres vivo, sólo la oscuridad y el mar que ruge. Mi barca es de madera pobre, no de fino nogal, ni de rica caoba, apenas alcanzó del viejo pino; no tengo remeros, yo tengo que luchar contracorriente aunque canse los brazos, la esperanza dará fuerzas nuevamente.
            ¡Tonto de mí! Maldigo la hora en que dejé de procurarla, y me lamento en lo profundo por no comerla a besos, por no entregarle el verso, que ella merecía. Y peor es el dolor que me atormenta, la sospecha hiriente, que un ladrón la ha robado, vil malandro, regresa mi sonrisa, mi cáliz de la vida.
            Si he de armarme, harélo hasta los dientes, defenderé su resplandor lunar. Escudo en la siniestra, y en la diestra mi espada, armadura pulida y una daga en el cinto. Matar o morir, no habrá condescendencia.
            Mi grito de batalla será su dulce nombre, “sonrisa, mi sonrisa”, no ha de ser de otro hombre. Invocaré a Quijano y solicitaré consejo a don Ruy y don Rolando. Del Cervantino  aprenderé el honor, la hidalguía y evocaré a Dulcinea en mi sonrisa, quizá la mía sea una figura más triste que la del Manchego. A don Díaz de Vivar le hablaré en el exilio, pediré su consejo para aguantar la expulsión de la tierra bienamada, aprenderé como en la distancia, aprendió a procurar a su Ximena. De Rolando aprenderé la lengua, y la transportaré al sentimiento para decir  « Je t´aime ma belle sourire » « Où est-ce que vous êtes? » porque fué aquella lengua parisina la que logró conocer a mi extraviada.
            Igual acudiré a la poesía, para cantarle mi dolor y pena, mi tristeza, mi llanto, mis heridas, porque ella no está junto a la mesa. Sabines le dirá “una mujer y un hombre un día se aman”, y ella entenderá los dos papeles. Benedetti será un cómplice que susurrará en su oído que “mi estrategia es más sencilla y más simple” y en este caso rogaré como nunca “que un día cualquiera por fin me necesites”.  Gutiérrez Nájera ojalá me contagiara su hemofilia y pudiera yo terminar con un degüello, pero no será el caso; me enviará como ayuda algunos versos para decirle que ella es más que mi Duquesa Job.

¡No hay en el mundo mujer más linda!
Pie de andaluza, boca de guinda,
esprit rociado de Veuve Clicquot ;
talle de avispa, cutis de ala,
ojos traviesos de colegiala
como los ojos de Louis Theó

Y si no escucha esos ripios habré de enviarle “Mis enlutadas” después de que la muerte me alcance o de que yo me apresure hacia ella. Voces de Nervo, de Diaz Mirón y López Velarde quisiera completaran el corillo que pudiera a su alcoba llevarle serenata, pero ella no escucha bien en español cantado, prefiere la lengua Shekaspeareana, por eso cantaré “I´m sorry that I hurt you, it´s something I must live with, everyday[...] I´ve found a reason for me, to change who I used to be, a reason to star over new, and the reason [obviously] is you”.
            Mis brazos no se agotan de remar, aunque el océano amenaza con tragarme, si he de morir en altamar que sea por su talle. La he amado cual jamás se ha concebido, ni Romeo y Julieta, ni Tristán con Iseo, no Oliveira y La Maga. Nadie ha podido imaginarse el amor que le profeso, quizá ni ella misma lo sepa todavía y la amo, la amo, la amo y cuanto más lo pienso más la extraño.
            Recuerdo cuán feliz era a su lado, algo sabía Neruda que bien lo sentenció “es tan corto el amor y es tan largo el olvido”, pero no quiero olvidarla. La he extraviado pero confío en que habré de hallarla, puede que en manos en malévolo impostor, mas lucharé sin tregua hasta volver a abrazarla. Soy necio pues soy hombre, como dijo Sor Juana, pero más necio es el pecho que bate en su busca. No admite que la olvide, y es él quien me conduce, yo sólo sigo el rumbo.

Yo quisiera salvar esa distancia
ese abismo fatal que nos divide,
y embriagarme de amor con la fragancia 
mística y rara que tu ser despide.

Yo quisiera ser uno de los lazos
con que decoras tus radiantes sienes;
yo quisiera en el cielo de tus brazos
beber la gloria que en tus labios tienes.

Yo quisiera ser agua y que en mis olas,
que en mis olas vinieras a bañarte
para poder, como lo sueño a solas,
a un mismo tiempo por doquier besarte.

Yo quisiera ser lino y en tu lecho,
allá en las sombras, con ardor cubrirte,
temblar en los temblores de tu pecho,
y morir de placer al comprimirte.

¡Oh! ¡Yo quisiera mucho más! ¡Quisiera
llevarte en mí como la nube al fuego,
mas no como la nube en su carrera
para estallar y separarnos luego!

Yo quisiera en mí mismo confundirte.
Confundirte en mí mismo y extrañarte;
yo quisiera en perfume convertirte,
convertirte en perfume y aspirarte.

Aspirarte en un soplo como esencia,
y unir a mis latidos tus latidos,
y unir a mi existencia tu existencia,
y unir a mis sentidos tus sentidos.

Aspirarte en un soplo del ambiente
y así verter sobre mi vida en calma,
toda la llama de tu pecho ardiente
y todo el éter de lo azul de tu alma.

Aspirarte mujer.. De ti llenarme.
Y en ciego, y sordo y mudo consagrarme
al deleite supremo de sentirte
y a la dicha suprema de adorarte.



El futuro es incierto ahora que no la hallo. ¿Qué hacer con la ternura? ¿Con los besos? Debí dárselos todos pero el tiempo se ha ido, ella estará brillando, quizá para otro nido. ¡Ay de mí! y de mi necio corazón, yo no sé cuánto tarde, en cerrar la estocada que con este extravío, se me ha abierto en el pecho. Me sangran las costillas, la carne, las ideas. La extraño y la lloro, la busco y no la encuentro. ¿De qué sirven los planes si no son junto a ella? ¿De qué me sirve el mundo, si mi mundo era ella?
            El piso de mi casa se lamenta pues sus hermosos pies ya no acarician su rugosa cara, ya no lo pulen con sus giros “en dehors et en dedant”. Extraña mi bitácora melódica, esa la su canción “qué locura enamorarme de ti” que fue todo menos locura, pues ha sido el instante en que más cuerdo me he visto. Prendo el iPod y la lista de canciones es interminable, si habré de borrar las que me la traen a la memoria, valdrá más tirar el aparato y renunciar a la música por siempre. ¿Bailar? ¿Qué caso tiene? Si es ella a la que mis manos se amoldaron, su cadera sugiere, y sus pies son de diosa.
            Cantar pues, ya tampoco, ¿a quién dedicaré mis sentimientos? Ya todo en mi camino tiene un tanto de ella. Pensé en alcoholizarme, pero será más duro apenas el efecto se me pase. Todo lo que pienso hacer para evitar la dolorosa despedida, me resulta perturbador pues ahí la veo. Películas a las cuáles quiero cambiar de nombre, ya no “París te amo” sino “Sonrisa, te amo”. Mi ropa, mis escritos, los libros, las fotos, los videos, regalos, aventuras, escapes, la comida, las aceras, el café, el baile, la guitarra, Dorotea y Robotina, Sofía, Metepec, Cuernavaca, Veracruz, el metro, Periférico, el edén, la facultad, los discos, el fútbol, no hay nada que no lleve una letra de su nombre.
            Si pudiera escucharme le diría, que aprendí de su mano que el amor puede todo, que si bien he fallado por culpa de mi soberbia, haré de todo para demostrarle que el destino no es otro sino que estar de la mano, no importa quien pretenda interferir con la historia.
            Seguiré en primera fila, para ver tus andanzas, te veré bailarina, que sólo eso me falta. Te dedicaré mi vida, mas allá si hace falta, yo sé que es muy difícil, pero habré de lograrlo, o en el intento muero, o sin ti ya no vivo. Las flores serán testigos quizá de incómodos encuentros, no obstante cumpliré la promesa de no exasperarme mucho. Acudiré a admirarte, te gritaré y aguardaré como siempre, tú me dirás si es mi turno, o esa ocasión me lo pierdo, la fortuna de invitarte, o es turno del aspirante.
            Atesoraré por siempre la intimidad en tu cuerpo, y juro ante todo el pueblo, que volveré a tocarte, a acariciarte las piernas y a navegar en tu pelo, a regodearme en tus curvas y el éxtasis en tu sexo. Te amo por tantas memorias, te amo por lo que nos falta, te amo y aunque haya obstáculos, confío en reencontrarte.
            El tiempo, ya me di cuenta, resulta irrecuperable. Si fallé y te me fuiste, lucho ya por que retornes, por un beso solamente, por recostarme en tu pecho, por acariciar tu cuello, por verte crecer conmigo, porque quiero protegerte y que tú me adores tanto, tanto como lo has hecho y no quiero sepultarlo, antes me ensogo del cuello que perder sin intentarlo.

Errare Humanum Est (Too late!)


La frase del día, según la galleta de la suerte que recibí como regalo en un buffete chino (curiosa paradoja gastronómica e idiomática), más específicamente, de comida china, ubicado en la calle de 16 de septiembre, a un costado del Sanborn´s de los azulejos, es al respecto de las relaciones humanas, o más bien, de la transgresión de dichas relaciones.

La papeleta decía: De las infidelidades. Las mujeres las perdonan pero nunca las olvidan, y los hombres las olvidan, pero jamás las perdonan. Vaya con las verdades universales de esa filosofía rica que surge de la sapiencia de los abuelos, que se ha forjado sólo a base de experiencia, del valor que dan las canas y el respeto que entregan las arrugas.

Será por eso que recordé una historia que algún taxista de la bien odiada – mal amada ciudad de México (dudo un momento en la grafía que ha de llevar ‘ciudad’ puesto que la discusión no ha llegado a buen fin en la Academia Mexicana de la Lengua, pero haré caso de lo que dice el Dr. Vicente Quirarte y la dejo con minúscula) me contó en uno de esos viajes en que apurado debía llegar a tocar en una fiesta.

Casi puedo recordar al hombre, moreno, de cabello entrecano y arrugas que denotaban su carrera en la vida. Sobre el labio el infaltable mostacho y en las pupilas un dejo de melancolía de esa que se detecta cuando la vista se pierde sin rumbo queriéndose esconder junto con el sol, allá en lontananza. El tránsito no era tan pesado quizá por el día, o la hora, quizá suerte y nada más. Yo iba apurado con el celular para enviar un mensaje que avisara de mi llegada al salón donde habíamos de trabajar.

Apenas lo envié, el hombre me miró por el retrovisor y haciendo un comentario sobre mi chamarra comenzó la charla que en principio no superaba lo protocolario y el afán de amenizar el trayecto. Y llegamos a la cuestión de los amores cuando ya estábamos en Insurgentes y San Fernando.

―Y qué joven ¿ya está casado?
Admito que la pregunta me tomó por sorpresa pues esperaba cualquier otra pero esa específica, la verdad no. Supongo se habrá notado mi desconcierto, en la sonrisa nerviosa o en mi cruce de manos.

―No me lo vaya a tomar a mal, lo que pasa es que ahora como que a los chavos les urge juntarse. Se les queman las habas o algo les pasa. De repente nomás le dicen a uno que ya se quieren casar y todavía ni limpiarse los mocos saben. Como mi sobrino ...

Y el señor me contaba de varios sobrinos, primos o hijos de amigos que más jóvenes que yo ya tenían una pareja e incluso hijos. Recordé a un par de primos que tienen la misma edad que yo y confirmé la premisa que el señor había hecho: ellos tienen ya familia y trabajan, aunque para ello tuvieron que dejar la escuela o quizá fue porque ya desaban dejarla que tomaron la decisión, quién lo sabe.

Seguía yo en aquél pensamiento cuando noté por el retrovisor del taxi un brillo titilante en los ojos del taxista. Él también lo notó y se limpió con la manga del suéter rápidamente. Después, agachó la mirada para que no pudiera ser observado.

―Ah es que me acuerdo de cuando yo me casé joven, por eso se me suelta la lágrima.

Me quedé pensando qué le pudo causar tal impresión y quizá sin mucho tacto pero ahíto de curiosidad le pregunté si acaso era viudo, lo que para mi sorpresa le provocó una carcajada.

―No, para nada, fue otra cosa ―al verme guardar silencio adivinó que yo quería saber más―. Verá, digamos que me cayo en una movida.

Supongo que las palabras no requieren mayor explicación para entender el sentido. Yo me hice cómplice en ese momento con él quizá por solidaridad y atiné únicamente a decir ‘lo siento mucho’,

―No, más lo sintió ella ―y volvió a reírse, creo que le servía de catarsis―. Yo trabajaba de fino en el sitio de Revolución y Av. de la Paz, ahí por San Ángel y casi siempre me quedaba toda la noche porque se cobra mejor y como ahí están los antros, pues me iba bien, más los viernes y sábados ―yo, escuchaba atento, a él y a que llegábamos al Restaurante Arroyo― y llegaba a mi casa después que amanecía y mi mujer, pues ya se había parado para darle de desayunar a mis chamacos para que salieran a la escuela y ya no la veía en todo el día.

Entendía esa parte de la historia porque es una constante en muchas casa mexicanas, el trabajo se supedita a la vida familiar, lo cual tiene consecuencias no del todo agradables.

―Yo me partía el lomo pa’ darles todo, pero nomás los veía como en hotel y se me hizo fácil ver si pegaba con la ‘güera’, una doña que a veces daba las salidas ahí en el sitio. De repente ya estaba más ocupado por echarme a la güera que por chambearle, la verdad no sé todavía por qué lo hice, a lo mejor porque ya no tenía nada con mi esposa, ¿quién sabe?

―Bueno, pa’ no hacérsela larga, mi mujer empezó a reclamarme que llegaba más tarde que antes y que ya faltaban cosas en la casa. Peleamos, nos gritamos y en la noche me fue a buscar al sitio, le dijeron que andaba con pasaje, pero cuando ya se iba vio las placas del carro por las luces de una gasolinería que está allí y lo demás pa’ qué se lo cuento, ya sabe.

Yo no sabía que decirle, por un lado entendía lo que me contaba pues creo que uno se harta al final de la rutina, de siempre hacer lo mismo, de que a veces la lucha diaria aprece no tener un fin claro, aunado a una filiodatría en la que los padres viven nada más para los hijos y su relación como pareja se hunde en una suerte de indiferencia mutua, como pacto de sacrificio, a cambio de la bendición de ser padres. Por otro, no justifico la infidelidad una vez que ya se ha formado un núcleo familiar con alguien, pero al final aquella no era una historia para juzgarse, ni yo era un buen juez, me parece que mi papel se reducía más a ser un buen escucha. Llegamos al monumento al Caminero y le indiqué que continuara por la libre.

―Por eso le preguntaba joven, no la riegue como le hice yo. Si ya tiene una mujer que lo quiera, que lo trate bien, que le jale las orejas de repente, quédese con ella, hágame caso. Yo me he dado cuenta ahora que ya no vivo con ella que esto de hacerle la lucha nomás para uno mismo está rete jodido. Antes, aunque sea pues le echaba ganas pa’ que a mis hijos no les faltara nada, pero ora míreme. Vivo solo en un cuartito ahí que renté, no veo a mis chamacos casi, y mi vieja, pues esa ya ni me dirige la palabra, y nomás por andar de cabrón. Me cae que sí la regué y gacho.

Era una escena particular, pues tenía frente a mi a uno de esos machos bien bragados que, contrario a la creencia popular, lloraba y por una mujer que se veía le dolía en el alma, ahí donde los dolores son más intensos y mucho más duraderos.

―Perdí a mis hijos, y una esposa que lo que sea de cada quien, siempre estaba bien al tiro, con la comida, con la casa, con los chavos. Yo nomás era el que llevaba la papa pero ella, ella era la fregona, pa’ que negarlo. Y fue una vez joven, una, y de nada sirvió que le pidiera perdón que le llorara, me le hinqué y así me aventó, con toda razón, mis chivas a la calle. Ya nomás me aguanté de veras que no sé ni por qué. Agarré el chupe como tres días pero luego uno se da cuenta que no quiere acabar de teporocho ahí tirado en las esquinas.

Las lágrimas seguían brotando, ya sin pudor, de los ojos de aquél hombre, que sentía un arrepentimiento que no le cabía en la conciencia, y un dolor por no poder cambiar las cosas.

―No  joven, no vale la pena un rato de calentura por una vida con una mujer de esas que valen la pena. Míreme a mí, ahora ya qué hacerle, nada. Acuérdese que las mujeres siempre van a ser lo más bonito que hay, pero no hay que ser avorazados, namás una y dejar las demás. ¿Pa´qué queremos tantas si luego con una no podemos? ―y volvió a limpiarse con la manga unas lágrimas que ya le nublaban la visibilidad―Pero discúlpeme, que a ustéd ni le ha de importar esto.

Yo le dije que no se preocupara, que entendía lo que me contaba, aunque la verdad lo dije por darle ánimos, pues jamás he estado casado y de ser sincero no se qué se siente que te abandonen esposa e hijos. Ya estábamos a unas cuadras de donde iba a trabajar y me había conmovido realmente la historia de aquél hombre, no sólo sus palabras, sino imaginar toda la situación.

A  veces uno arriesga mucho por muy poco y creo que a la larga, nos arrepentimos. Parece ser que la adrenalina tiende a ser un vicio, pero los vicios son malsanos siempre. Yo no sé si volveré a ver a ese hombre, no sé si algún día logrará obtener el perdón de su familia, pero es claro que en cualquier lugar puedes encontrar lecciones de vida, ésta, para mí fue quizá una de las más importantes. Ciertamente no he decidido si llegaré al altar con alguien, aunque el alguien es más claro en mi mente, pero sé que si bien es cierto que errar es humano, es igualmente cierto que es de sabios reconocer cuando hay errores, y don de dioses, perdonar. Yo he sido tan hombre como lo he podido, he errado hasta el cansancio. El taxista es un sabio por haber reconocido sus fallas. Son las mujeres nuestras diosas y está en ellas, y sólo en ellas saber si nos perdonan.

En fin, juro no volver a ir a ese restaurante en tanto no sepa si junto de mi hay una diosa, porque mi religión es fuerte aunque a veces llego a ser rebelde y testarudo. La galleta me la comí, y el papel, ése sigue en mi mano.

18 abril 2010

Una mas por la legalizacion de las drogas

Verdaderamente cada día me sorprende más la eminencia que muestra, en nuestro país, un gremio casi siempre incomprendido por nosotros, los ciudadanos: la cúpula de los políticos. Pero cómo no podría ser maravilloso el leer las noticias que dan cada día. Algunos se conforman con dar muestra de la capacidad política (léase de negociación o defensoría de intereses comunes), otros, venden momentos de su vida personal a publicaciones más bien dedicadas a asuntos de la farándula cuando no caen más bajo y llegan a las revistas del corazón y no anotaré nombres porque estoy cierto, queridos lectores, que todos los sabemos.


Estos días ha salido a la luz una más de esas ideas que de verdad podrían no sonar ridículas si la propuesta y los fundamentos tuvieran una base sólida, sin embargo cuando las palabras se emiten con la intención de impactar en los medios y brillar unos días en las pantallas de televisión, se vuelven poco menos que un chiste de muy mal gusto. El tema: la legalización de las drogas. El emisor: Santiago Creel Miranda.

Si bien es cierto que la polémica y el debate no pueden faltar en ese tópico, también debe aceptarse que no se puede proponer una panacea sin estudiar todos los efectos que tal o cual acción puede generar.

Me resulta ridícula la propuesta pero no se piense que por la persona que lo ha dicho ni mucho menos. Creo que el legislador se ha atrevido a expresar una opinión y una preocupación legítima y valiosa sin duda, pero ante su argumento de que muchos estados de nuestro país vecino del norte han logrado progresar en el debate y legalizar el consumo de estupefacientes y, obviamente, ante tl muestra de madurez y modernidad el Estado Mexicano debe seguir pasos similares.

Creo que una propuesta de esa magnitud no debe estar sujeta a la percepción del mismo tema que se tenga en sociedades distintas, quizá habrá posibilidad de discutir el tema pero hay que ponderar que las sociedades, las ideologías, la capacidad económica y la composición social son muy diferentes y ello debe considerarse a la hora de entablar la discusión o sugerirla.

Sería irresponsable pensar que por la vecindad que compartimos con los Estados Unidos, tenemos la misma visión hacia el futuro y que emulando sus decisiones llegaremos a ser una nación similar a la suya. He escuchado las ventajas que la legalización traería al país como la posibilidad de derrumbar los cárteles de la droga y la violencia que se vive en el país. Me suena a una visión algo más que utópica, sería tanto como decir que al retirar a Elba Esther de la dirigencia del SNTE la educación en México sería mejor de forma instantánea.

Es cierto que con el cambio pueden llegar mejoras, pero no hay que engañar al pueblo, como se acostumbra y prometer que la suya es la vía mejor para todos. Ya sé que en su profesión, la venta de promesas es el pan (PAN) de cada día, pero uno llega a cansarse de tanta harina y tan pocos huevos para lograr la masa.

Fue el mismo error que tuvo Calderón al minimizar los efectos colaterales que la lucha contra el narcotráfico tendría, y si bien es cierto que las estadísticas (oficiales) pueden estar de su lado, también es cierto que una imagen vale más que mil palabras y hay muchas con las personas inocentes caídas.

Recomendaría al señor Creel que si la propuesta la ha hecho con una conciencia clara de todas las consecuencias que tendría, que elabore pues un documento en forma y argumente en pro de llevarla a cabo, que si no, será mejor guarde sus palabras o frases de gloria para otro espacio.

El “sospechosismo” nunca fue buen inicio y yo sospecho que tal aseveración de abrir el debate respecto de la legalización de las drogas tiene más de lo que a simple vista puede verse. Hágame ver errado senador y de ser así créame que aplaudiré sus palabras, pero entre tanto, no puedo sino decir que deje de estar tan atento a lo que hacen en otros países y comience por preocuparse por el nuestro, que para eso se le paga. Acuérdese, “el buen juez, por su casa empieza.”

Miscelaneo (disculpen el acento pero esta maquina no me deja ponerlo)

Ha habido cosas que, por la frecuencia y el orden en el que han sucedido, parecieran salidas de una película que parte de la realidad y me propongo simplemente hacer un recuento de las que me resultan más interesantes de todos los ámbitos de la vida en el mundo. Quizá haya alguna que olvide en esta pequeña esquela pero, adelanto disculpas y acepto, si alguien así lo desea, recordarme sucesos que para otros hayan sido tan impactantes como para mí, los que a continuación enlistaré.


La primera que recuerdo ahora es la erupción del volcán en Islandia que ha paralizado los vuelos en el viejo continente no a causa de un peligro de fundición o incendiario, hay que recordar que posterior a la erupción, queda una nube de polvo y ceniza, que en este caso fue de varios kilómetros de altura y que siguen suspendidas.

El problema per se no son las cenizas, lo que ocurre es que la composición de dichas partículas tienen propiedades abrasivas, por lo cual, si se intentara un vuelo a través de la nube, es muy probable que los motores se atascaran con el sabido peligro que ello conlleva. Hace tiempo que no se veía una explosión tan fuerte, recuerdo una erupción submarina pero esa es otra historia.

Sin duda alguna la Naturaleza parece despertar de un letargo en el cual nos permitió aprovecharla cuando no abusar de ella y un servidor imagina que comienza a demostrar que a su voluntad puede destruirnos. Ello se suma a los temblores que se han suscitado en varias regiones del planeta, las lluvias torrenciales, los huracanes y otras manifestaciones que deberían hacernos actuar no seguir planeando de aquí a veinte o treinta años.

Por otro lado, seguimos con las patadas de ahogado que el RENAUT, ahora se han sacado de la manga que sancionarán a todos aquellos que registraron datos falsos en la primera etapa del registro, ¿tan dificil será aceptar que les falló la planeación? Después, se ha descubierto el hilo negro, el número IMEI de los celulares mediante el cual, dicen, ahora sí darán de baja los números que se reporten como robados o perdidos.

Señores míos, el número IMEI y esa función que ustedes anuncian con bombo y platillo ya era algo que se podía hacer aunque uno debía comunicarse con la empresa fabricante del celular, pero como ellos no lo conocían pues ahora que se lo presentan hasta los ojos les brillan.

Creo que esto será lo mismo que cuando se intentó en el DF que todos los automóviles tuvieran seguro contra accidentes: las mismas fumarolas pero nada de nada al final, y es que no es siempre por las leyes, sino por la ineptitud de aquellos que las proponen y luego no pueden llevarlas a cabo.

También he leído que “ahora sí” se transparentarán los cargos por disposición en los cajeros automáticos de cualquier banco debido a que no se específicaba de manera clara, los costos que cada transacción tenía. Vaya, por lo menos el nuevo presidente del BANXICO se ha puesto a trabajar, bien por el buen amigo Carstens. Me pregunto si la presión por la recuperación económica nacional y las promesas de crecimiento por arriba del 3% para este año ya lo habrán hecho bajar la masa corporal.

En el arte del celuloide se ha estrenado Furia de Titanes, que al menos en los carteles, pinta para ser una buena película. Resulta claro que las ideas se les terminan a los guionistas y deben regresar a esa fuente inagotable de historias que es la literatura, lo cual es bueno. La historia pinta interesante: Perseo, Hades, Zeus, la mitología griega es una de las más enigmáticas, esperemos que no decepcione. Todavía no la he visto pero en cuanto lo haga tengan por seguro, queridos lectores que habré de escribir qué me pareció.

Por ahora creo que detendré el recuento porque debo calificar unos exámenes y no me dará tiempo si sigo con esto, pero ya tendré más que dar, ya se sabe que en México, cada día es más sorprendente que el anterior. Por cierto, se está fraguando un proyecto editorial del que próximamente les daré avances, espérenlo.

Los rios de sangre

Conocido por todos es que la cantidad de recursos disponibles en el planeta, sean alimentarios, energéticos, minerales, cada vez se consumen más a prisa y llegará el día en que no sean suficientes. Ello se debe, sobre todo, a la sobreexplotación de dichos materiales por parte del ser humano.


Aunque se tiene la certeza de que el homo sapiens sapiens es el único ser con capacidad de razonar de entre todos los que habitamos este mundo (o por lo menos es lo que él miso dice, quizá para justificar muchas atrocidades), parece que no le basta con la repetición de la subespecie y se esmera por confirmar lo contrario. Al hombre se le dijo “multiplicaos” pero nunca se le especificó un límite, y en el abuso del libre albedrío, al grado de pensar que somos dueños de todo lo que hay a nuestro alrededor, nos hemos multiplicado más allá de lo que este generoso cuerpo celeste nos puede brindar.

Las regiones más hostiles del globo no escapan a la huella del hombre. Cada vez somos más y parece no haber método para el control de la natalidad, ni la abstinencia, ni la información, ni el uso del preservativo u otros métodos anticonceptivos, vaya, ni siquiera el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, que se considera la epidemia del siglo XX (y ya de lo que llevamos del XXI).

Las leyes naturales han logrado ser modificadas aunque no olvidadas. La medicina, la farmacología, la industria alimentaria han contribuido a retardar una de las fundamentales, aquella que preservaba cierto equilibrio en beneficio del ecosistema aunque no de la especie: la ley de la muerte.

Mediante el mejor conocimiento del cuerpo y sus funciones, se ha logrado aumentar en cantidades sorprendentes, la esperanza de vida del hombre hasta, más o menos, setenta y cinco años per cápita, lo cual, si lo vemos desde nuestra conveniencia (como acostumbramos) es magnífico. Sin embargo no nos ponemos a pensar (y es que a quien le interesa) que al vivir más tiempo, consumimos más, contaminamos más y no dejamos que haya cambio de ciclos sino que nos amarramos a la vida hasta las últimas consecuencias, no obstante las penurias de una vida demasiado longeva.

Pero tampoco hay que alarmarnos tanto, al parecer la Tierra siempre tendrá un as bajo la manga. Ha desarrollado mecanismos para hacer cumplir su ley y no hay quien logre escapar todavía del destino final. Recursos como la enfermedad, el hambre, la guerra parecen ser los más efectivos.

Particularmente en México, es de notar que hay gente fiel a los designios del planeta y se esfuerza por echarle una mano en la consecución de los mismos, no obstante que el tirano gobierno quiera frenarlos por no comprenderlos, ellos están decididos a reestablecer el equilibrio y lo harán a toda costa.

No se piense mal, que no hablo de los narcotraficantes que envenenan a las personas y las matan lentamente, no, esos son sádicos que disfrutan con el sufrimiento ajeno. Hablo de aquellos misericordiosos que viven para ver que otros no lo hagan más, con el objetivo de contrarrestar la sobrepoblación que sufre el mundo: los sicarios.

Hemos de aceptarlo, los matones han vuelto vigente la ley natural de la muerte con la diferencia de que ellos llegan de forma más intempestiva. Son ayudantes, pues, de Natura en la tarea de revivir al planeta, todavía no comprendo entonces porque tanto se les persigue.

Mediante un fusil de asalto, rifles AK-47, ametralladoras o armas de otro tipo van por la vida garantizando la pronta despedida de este mundo cruel. No es importante que no haya solicitud expedita de muerte, en ocasiones hay promociones de grupo. Por supuesto que las balas perdidas son cortesía de la casa.

La violencia los engendra y los capos los hacen su mano ejecutora (al menos algo debía aprenderles el poder Ejecutivo de la nación, ellos sí hacen honor al nombre) sea para suprimir la competencia, para vigilar territorios, extorsionar, o dar lecciones que seguro no se olvidarán.

El país se ha vuelto una cuna de agresiones deliberadas y cotidianas. ¿Cómo es posible que estemos tan acostumbrados a escuchar de asesinatos en Cd. Juárez? que el día que no hay, nos resulta preocupante. ¿Cómo no nos sorprende que estudiantes valiosos de una institución educativa sean acribillados en el estacionamiento de su escuela? ¿Qué pasa cuando en un evento público en Michoacán estalla una granada de fragmentación y nadie sabe quién la lanzó? ¿Cómo somos capaces de ver todos los días que los periódicos de la nota roja encuentran material de sobra?

La última de estas noticias que me impactó fue la de ayer en Acapulco: la muerte de siete personas provocada por sicarios que perseguían a dos hombres. Hubo, por supuesto, tiroteo indiscriminado, que dejó muertos a los dos blancos y a un policía federal, además de una mujer y dos niños, uno murió en el tiroteo y una niña con heridas en el tórax y la cabeza, fallecida en el hospital.

También escuchamos de las agresiones a los consulados de Estados Unidos, uno con decesos y el otro, afortunadamente, sólo el susto. Hechos que provocaron la presencia de altos mandos del gabinete estadounidense, casi como una suerte de regaño para el gobierno mexicano.

Todos sabemos a razón de qué se desató esta serie de acontecimientos. Y la causa fue la participación del ejército en la lucha en contra del narcotráfico, que ahora comienza a dejar mayor participación a la Policía Federal.

Pero a los ciudadanos les da igual si ejército o si policía. Mientras el secretario Gómez Mont dice que son reacciones para calentar las plazas. Será tal vez porque a él no le han matado un hijo, o porque él no comete la extrema estupidez de revelar su domicilio como sí lo hicieron con la familia del marino caído en el operativo donde murió “el jefe de jefes”, con las sabidas consecuencias.

Es cierto que la lucha pinta para ser cruel, con bajas numerosas de ambos lados, pero al final, los que quedan en medio, la carne de cañón somos los ciudadanos que cada día salimos con mayor temor a la calle, con la certeza en aumento de que quizá el próximo seré yo. Porque las calles son una ruleta rusa en la que cada día estamos más cerca de esa bala única, y ya lo dije, ni siquiera necesitamos ser el objetivo, sencillamente podemos ser un efecto colateral.

No creo que se trate de apoyar o no la estrategia del presidente Felipe Calderón en contra del crimen organizado, sino de tener una leve sensación de que la seguridad mejora, porque a este paso la paranoia colectiva se transformará en pánico y sabido es que el pánico se esparce en un segundo. Y una sociedad con pánico se transforma en una horda, de la que más vale sólo imaginar lo que podría hacer. El terror hace estúpida a la gente, a la masa y eso es incontrolable.
Lo más terrible sería entonces qué haría el gobierno ¿enviar también al ejército? No se puede esperar que el ejército sea la solución todas las veces, sin olvidar que el uso del ejército es para situaciones extremas. Pero aún con esta preocupación, es claro que los altos funcionarios no tomarán en cuenta el sentir de un simple ciudadano, de modo que lo único visible a corto plazo es soportar el terror y tratar de continuar con la esperanza de que la bala no se dispare.

El miedo y el riesgo siempre estarán, pero no me resigno a vivir en un país donde si no te asaltan, te secuestran, te extorsionan o te matan y nadie se queja. Yo tengo tanto temor como el que más, y hoy me atrevo a decir que no se puede vivir tratando sólo de sobrevivir.

Ya basta. Lo digo con rabia, con coraje y con la impotencia de querer hacer de este un país mejor y mirar como cada vez se desmorona más y más. No me importan los narcos, ni el ejército, ni siquiera los sicarios, simplemente ya no quiero entrar a casa sintiendo en las suelas de mis zapatos el pegajoso bermellón de la sangre que no deja de correr.

15 abril 2010

El circo del RENAUT

Qué será de esas cosas que sirven de poco más que de adorno en el entorno de la vida nacional mexicana, cosas que más parecen estorbarnos que ayudarnos y sin embargo, cuando la situación lo amerita, podemos sacarles provecho y escapar de las mismas autoridades emisoras: las leyes.

Parecería mentira todo esto que digo si se toma en cuenta el año en el que nos encontramos con los festejos del bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución, esta última que nos otorgó la Carta Magna que rige todavía la vida nacional.

Sin embargo, de algún modo los mexicanos encontramos siempre un resquicio en las normas o, por nuestra naturaleza divina, consideramos que aplica para todos en el país excepto para nosotros. Ello es si tomara parte por la jurisprudencia y argumentara que el ciudadano es el problema mayor de todas las sociedades.

Pero hay que ser sincero al menos una vez al día y este momento es el que yo aprovecho para tales fines. Mucho de estas actitudes, si no es que la mayor parte, tiene la culpa el espíritu de las leyes, y no me refiero a aquel gran texto escrito por Montesquieu, sino al espíritu con que muchas de las leyes mexicanas se formulan: con incongruencias, con argumentos endebles, razones absurdas y de trasfondo, un poder legislativo más parecido a la la Rebelión en la granja de Orwell que a un parlamento.

Esto fue lo que pasó con el famosísimo Registro Nacional de Usuarios de Telefonía, el RENAUT, que entró en vigor en el 2009 y cuyo fin era elaborar una base de datos con la información de los usuarios de telefonía móvil so pretexto de que con ello disminuirían los números de extorsiones telefónicas, amenazas y demás delitos relacionados con llamadas.

Ya desde el principio se notó que los legisladores tienen todas las buenas intenciones pero ni una pizca de previsión, por no decir de inteligencia, pues no sólo se trata de elaborar el texto y lanzarlo a la votación de tanto sátrapa en el congreso. No, además, señores diputados y senadores, hay que establecer las bases de infraestructura, de convenios con las empresas prestadoras de servicios de telefonía móvil, modos de resguardo y confirmación de veracidad de la información registrada, y todos esos puntos que no pensaron al calor de la alegría por su buena acción del día.

Así, cómo no pensar que aquello se convertiría en un circo. En principio no había control sobre si los datos serían revisados o simplemente bastaba con registrar cualquier nombre.

Ah, pero se les ocurrió entonces que habríamos de registrar el CURP, y entonces las redes sociales hicieron lo suyo y comenzaron a circular Claves de eminentes personalidades del país con las cuales podíamos ingresar al Registro. Todo ello un poco como muestra de desconfianza y de inconformidad en la disposición.

Y es que, si hemos de aceptarlo, la medida fue impuesta sin mayor explicación de sus ventajas o sus beneficios posibles. Quizá se logró un setenta y cinco por ciento de usuarios registrados pero más fue por la amenaza de perder la línea telefónica que por verdadera convicción de que ello mejoraría la situación o la percepción de seguridad.

A todo esto, el pasado sábado diez de abril de 2010 fue la fecha límite de registro y el Apocalipsis telefónico parecía acercarse y nuevamente las leyes triunfaron sobre las leyes.

Las dos compañías de telefonía móvil más importantes del país interpusieron el recurso de amparo en contra de la suspensión de las líneas telefónicas de aquellos usuarios que no hubieran podido registrarse. El recurso prosperó y, ¡bendito sea el endeble y corruptible sistema mexicano!, gracias a ello mi línea todavía funciona. Así de grave y de serio fue el asunto del RANAUT, que, como boxeador vapuleado, amenaza con regresar pero ahora sí en serio.

Señores legisladores, dejen de inventar el hilo negro y de utilizar demasiado sus cerebros: la inteligencia es una habilidad que se adquiere con los años, no pretendan ser iluminados en temas que ni pronunciar bien pueden. Como el grueso de los mexicanos, no confío en ustedes, no siento que me representen, no los elegí. Recuerden que son Servidores Públicos y hasta donde yo sé eso significa que deben servir al pueblo, cosa que no se ve.

Ya no les pido que regresen todos los ingresos superfluos que reciben sin merecer. Sólo quiero que se pongan a trabajar, aunque sea una vez en su vida, y no inventen organismos cuyos cimientos no hayan bien podido establecer.

El RENAUT seguirá siendo un circo, la extorsión seguirá y entonces ¿qué más se les ocurrirá?

14 abril 2010

Luto en Polonia

Ya decía yo que las tragedias son siempre para contar pues no todo en la vida son alegrías ni momentos gratos, por ello es que debemos aprender a disfrutarlos y llevarlos siempre en la memoria para los tiempos difíciles y estos lo son. El tiempo no se detiene a pesar de que uno pudiera desearlo fervorosamente. Todos estamos de paso en este mundo y en algo tenemos que ocupar los instantes que tenemos para los fines que mejores nos parezcan, los amigos se van, los amores se olvidan, los hijos son prestados, nuestros padres no son eternos: uno está rodeado de personas en su propia soledad, es la maldición del hombre.

Sin embargo, a veces parece que los buenos son los que se nos acaban y el destino nos los roba y que los nocivos viven más y se multiplican. Uno de estos casos es, por lo menos por lo que las imágenes nos muestran, el de Lech Kaczinsky, presidente de Polonia quien el pasado sábado perdiera la vida a bordo de un avión junto con la primera dama y noventa y cuatro personas más, todos ellos grandes cabezas políticas del país europeo. En ocasiones, la magia o la casualidad pretender recordarnos que no todo se centra en el racionalismo puro y el carácter cientificista que algunos promueven y muchos siguen, digo lo anterior porque el lugar donde Kaczinsky murió fue en Smolensk, lugar que en 1940, tristemente se volvió célebre por la matanza a manos soviéticas de veintidós mil polacos: soldados, médicos, abogados, maestros: personas. Resulta pues doblemente doloroso el deceso del mandatario.

Dice el diario Publimetro en la edición del lunes doce de abril de este año: “En Polonia, el día más importante para salid de compras es el sábado [...] sin embargo este fin de semana fue diferente.” Yo no me diré erudito en temas de política, mucho menos en política internacional, pero muchas veces una imagen vale más que mil palabras y las imágenes que he visto resultan reveladoras: un pueblo triste que llora la muerte de su capitán, de un líder que habían esperado por años y que se ha ido; un pueblo que despidió los restos abarrotando las avenidas principales de Varsovia; un pueblo que llenó de veladoras y flores el palacio nacional; una bandera que ondea a media asta.

La sorpresa no surge de la muerte del presidente, ni de las circunstancias en que se dio. No, surge del tamaño del dolor que hay ahora en Polonia, de las más sinceras muestras de duelo por él, que son las de su pueblo. ¿Cuántos ex mandatarios mexicanos podrían tener un destino similar? Creo que serían pocos. Un hombre es tan pequeño o tan grande como sus sueños lo sean y la historia lo juzgará por sus acciones, a Kaczinsky ya lo ha juzgado su pueblo. Vaya pues un pésame que cruce el Atlántico hasta el viejo continente y se quede flotando hasta que la resignación les llegue. Yo no lo conocí, es cierto, pero hoy conocí a su pueblo y eso me ha dicho más de él de lo que he necesitado.

Tragedias de la semana, parte 2

No parece haber cabida para el descanso si de noticias se trata, no obstante que las más sean de aquellas desagradables. Apenas nos hemos recuperado del impacto que tuvo en todo el mundo pese a la distancia la situación vivida en Haití con el terremoto que dejó millones de dólares en daños y muchísima gente damnificada. Fenómeno que, a decir de los expertos, tardará muchos años en superarse no solo en lo material sino también en lo emocional. Aquello fue una noticia que sacudió el inicio del año y lo marcó con una huella de sufrimiento y que al final sirvió de pretexto perfecto para que el eterno conquistador norteamericano aprovechara y estableciera una base militar en aquel país caribeño.

Por otro lado y no menos terrible resultó el terremoto registrado en Chile el mes pasado que igualmente dejó daños en edificios, gente damnificada, desabasto de alimentos y servicios y particularmente para el mundo de las letras, interrumpió el tan anhelado Congreso Internacional de la Lengua Española que reunía a representantes de las treinta y dos academias de la Lengua Española en Valparaiso, donde además, se presentarían obras de dos grandes de la literatura hispanoamericana: Neftalí Ricardo Reyes Basoalto o Pablo Neruda y Gabriela Mistral y aunque se pretendió continuar dicho evento por internet, definitivamente ya no fue lo mismo.

Había pasado aquello y nos vinieron las inundaciones en Brasil que provocaron deslaves y han provocado más de doscientos muertos hasta el momento. No olvidamos tampoco el temblor registrado en Mexicali, Baja California de siete grados y medio en la escala de Richter que además de los daños obvios del siniestro, ha causado un pánico terrible entre la población que ha decidido incluso dormir en la calle para sentirse seguros. Y es que no es para menos, después de más de cien réplicas registradas deben tener de sobra razones.

El punto al que quiero llegar es que Natura parece enviarnos un mensaje, quizá ya desde antes nos los mandaba, aunque eran más sutiles, más suaves. Hoy son gritos, regaños y recordatorios de que nosotros no somos los dueños del planeta sino que somos usuarios, como las demás especies y que tampoco somos tan fuertes como, a fuerza de los años, lo hemos pensado. En nuestra visión de fuerza es donde radica nuestra mayor debilidad. El cambio climático, la deforestación, el crecimiento demográfico incontrolado, el sobreaprovechamiento de los recursos comienzan ya a pasarnos factura y no sea que queramos actuar de último momento. No es que sean las primeras señales, estos son los focos rojos que indican una necesidad profunda e inmediata de cambios en nuestra manera de vivir. El hambre ya no es solo cuestión de riqueza o pobreza, también es consecuencia de la patente escasez de alimentos en el mundo, los huracanes son más intensos y numerosos, los climas han cambiado, ¿no es suficiente para hacer una reflexión? Estamos acabando al mundo y no nos resulte extraño que él acabe con nosotros como ya lo prevé Isaac Asimov. No es esto una cuestión de unos años o del Protocolo de Tokio y los gobiernos. Por nosotros debe empezar la voluntad y sumar esfuerzos pues todos hemos contribuido al problema, yo mismo acepto mi culpabilidad al utilizar energía en la máquina en la que escribo; sin embargo si fuimos capaces de destruir ecosistemas, extinguir especies, bien creo que podemos invertirlo aunque el camino sea largo y difícil, ¿o esperaremos que sea imposible?

Seamos responsables de nuestros actos, pero de todos, que las envolturas tiradas en la calle también tienen consecuencias, por vacuo que se lea.

Apenas leí que la Agencia espacial estadounidense reveló que un cuerpo estelar de algunos metros de diámetro pasó cerca de la Tierra y fue cuando me dio por escribir esto, con la intención de saber si de verdad seremos tan irresponsables que llegará el día en que un cataclismo estelar sea más anhelado que otra cosa por la insustentabilidad de la vida en este planeta, que hay que recordar, es el único que tenemos. ¿Habremos de resignarnos al día del juicio y pretextar que si un fin se acerca de qué vale pues el esfuerzo? Cada día es distinto, hagamos hoy lo mejor que podamos y quedémosle bien al mundo, que él, de sobra nos ha dado ya.

Tragedias de la semana, parte 1

Vaya semana de tragedias la pasada, que recuerda sin duda la fragilidad del ser humano ante la grandeza y majestuosidad de este planeta en que nos ha tocado vivir. Curiosamente esta ocasión no da simplemente para hacer miras locales, sino extrapolarlas más allá al ámbito nacional e incluso al internacional.

Si pensamos en una de estas tragedias no podemos pasar de largo esta discusión que nuestra eminente asamblea legislativa mantiene respecto de la obesidad en población infantil y la relación ―vaya que sí se han puesto a atar cabos― que tiene con la comida alta en calorías y con bajo valor nutrimental. Ello era sólo el principio.

Luego sale a la luz que dentro de las propias escuelas, no se tiene un control estricto en las concesiones que se otorgan para la parte alimentaria de los educandos y es ahí donde más se puede encontrar ese tipo de alimentos; dicho con todas sus letras, tienen los alumnos como primera ―y en ocasiones, única― opción, ser consumidores de los alimentos harto mentados.

Y la historia da para más. Uno se entera por la prensa o los medios masivos que el grueso de los maestros encargados de la educación física en las escuelas de educación básica, no son especialistas en la materia so pretexto de no haberlos, al menos es lo que la Secretaría de Educación Pública argumenta y, en ese sentido, he hecho un poco de lógica mental y recuerdo a todos los profesores voluntarios, sean normalistas o no y me pregunto ¿es que verdaderamente ninguno de aquellos será especialista en la educación del cuerpo? Sinceramente me surgen severas dudas.

Ya para terminar este punto, hace unos días escuché una entrevista que se hacía a Bernardo de la Garza ―me ahorraré mis puntos de vista, pero cabe recordarlo primero como candidato del Partido Nueva Alianza, luego desapareció para resurgir, como el fénix, bajo las cenizas de una Comisión Nacional del Deporte legada por el ex futbolista Carlos Hermosillo. Curiosamente yo no lo habría relacionado nunca con el ámbito deportivo, pero bueno, dije que me ahorraría percepciones― que la materia de Educación Física para la educación básica estaba a cargo directamente de la SEP, no de la CONADE, lo cual a más de sorprenderme, me preocupó. Es decir, que hasta este año, las generaciones hemos estado a cargo primero: de profesores de dudosa calidad profesional; segundo: de una secretaría cuyo referente más conocido es la neo nomenclatura de la Influenza AH1N1; tercero: de las mafias que ponderan lo monetario sobre la salud sin importar los alumnos. No cabe duda que la ambición y el poder corroen.

Otra de las tragedias ha sido la muerte de dos jóvenes estudiantes de la maestría del Tecnológico de Monterrey, sito en la capital Neoleonesa. Ello nos ha de remitir sin duda a la llamada “guerra contra el narco” emprendida por el ejecutivo nacional desde el inicio del actual gobierno. No cabe duda que el impacto mediático fue fortísimo, no ya por el hecho per se ―que de asesinatos nos vamos malacostumbrando― sino por la institución en la cual se dio tan lamentable hecho que hizo voltear las miradas del país entero hacia una realidad de la que tal vez nos estábamos resguardando.

El espacio escolar es casi sinónimo de protección para un estudiante, por lo menos es la opinión que tengo y cuando éste se vulnera o se transgrede, la sensación se esparce como el polvo, por todos los rincones y a todos los niveles. Tómese por ejemplo claro de ello la situación ocurrida en la Universidad Nacional Autónoma de México, afuera del acceso principal de la Facultad de Filosofía y Letras: la muerte de un narcomenudista. Yo vi alboroto y opté por utilizar otra salida, pero al enterarme del hecho vía los noticieros, sentí una desazón tremenda, porque fue en mi facultad, porque todo pudo prevenirse, porque ya no me sentí tan protegido en esa fortaleza sin muros, porque la realidad se estaba imponiendo de manera terrible.

Lo mismo fue en el caso regiomontano, aunque más impactante porque ya no era una persona ajena a la institución sino alumnos. Jóvenes que nula culpa tenían y que fueron las excepciones para aquella tan célebre frase: “el azar favorece a una mente preparada”. Esta vez a ellos no los favoreció.

Terrible de verdad. Monterrey se suma a la percepción de peligro que todo el norte del país, especialmente Ciudad Juárez. Verdaderamente se hace notar que esto es un escenario de guerra y los muertos caen de ambos bandos. no parece en camino de una resolución pronta y es mejor, por lo menos más sensato, aprender que es nuestro tiempo y nuestras circunstancias y con ellas tendremos que sobrevivir.

Amén de estas muertes lamentables, últimamente se ha hecho famoso el nombre Paulette Guevara Faráh (no sé si esté bien escrito porque lo anoto de memoria), niña muerta en circunstancias turbias. Por un lado los padres, por otro las nanas, por otro el procurador de justicia del Edomex. Y a fuerza de ser sinceros, más allá de un crimen se ha vuelto una telenovela, por cierto bastante mala. Tácheseme de insensible si es el sentimiento del lector, pero antes permítaseme esgrimir el porqué de mi frío comentario y después, habiendo sopesado lo que escriba, júzgueseme y en caso de no haber apelaciones ni defensor de oficio, condéneseme a la pena capital.

La situación ha dado tumbos entre declaraciones de infidelidad por parte de la madre de Paulette con un instructor de gimnasio con quien se fue de viaje a Los Cabos, de modo que se evidencia el gusto por los lujos y la buena vida, que aunque eso no es crimen es curioso. Luego, resulta que el nombre de dicho amante es falseado y que indicia a un, sí, amigo de la mujer, pero no en las circunstancias supuestas. Hombre que además, en un acto de valentía ―o de publicidad aprovechando el momento― está dispuesto a colaborar y declarar en cuanto las autoridades lo soliciten, porque ni se ha escondido ni era prófugo de la justicia ―hasta da gusto saber que todavía existen seres así en el país ¿no?―, aunque ―supongo que por mera precaución―sea su representante legal quien emite las respuestas ante las cámaras.

Se le agrega la endeble situación familiar, particularmente de pareja que se vivía en casa de la niña. De forma sorpresiva los padres se separan ¿pero por qué será? A ello hay que anexar que después de brillar unos días en todos los programas de noticias, respondiendo preguntas y dando entrevistas exclusivas a tontas y a locas, resulta que la familia del padre de la menor emite un comunicado, emulando a las grandes personalidades, en el que toma una postura de no dar más declaraciones ante los medios y solicita se respete el dolor por la muerte de la pequeña.

En cuanto a la madre parece la más feliz de ser tomada por las cámaras televisivas ya que ha dado un par de entrevistas, si no me equivoco una para Adela Micha, periodista de Televisa y otra para Lily Téllez, de Televisión Azteca, ambas con adjetivo de “exclusivas”. Sin olvidar aquella donde pide a quienes tengan a su hija que “la dejen en un centro comercial”. No hay comentarios al respecto.

Parece suficiente ¿no? Pero hay más. Hace poco salió a la luz una grabación en la que al parecer, la madre de Paulette dice a su otra hija que “hay que decir que extraña mucho a su hermanita porque si no puede haber malentendidos” ¿Se referirá a posibles cargos por homicidio? Eso es en cuanto a la familia.

Por otra parte, las autoridades de procuración de justicia del Estado de México también parecen disfrutar de los flashazos de las cámaras y de los micrófonos con gomas de colores que diferencian las distintas cadenas de noticias porque se les ha visto mucho dar conferencias de prensa. Además, gustan de hacer reconstrucciones de hechos incluso dos veces, ello por si en la primera hay errores, nimios, por supuesto, como no encontrar un cadáver, pero como dije, para eso hay una segunda chance.

¿Díganme si no es risible? Con ese tipo de peritos, investigadores y detectives, no es raro que algunos extrañemos aquellos filmes como James Bond, o el súper agente 86, vaya, incluso el inspector Gadget (Truquini para los amigos) resulta más perspicaz que nuestras eminentes autoridades, sobra decir que Cody Banks pudo ayudar también.

Sólo me quedan las nanas que no me merecen mayor opinión que la de haber estado en el lugar equivocado en un momento poco afortunado. Las he visto por lo menos en un par de ocasiones en el noticiero que conduce Javier Alatorre y en los videos de las reconstrucciones de hechos.

Por último, la noticia fue para los medios un oasis del que vivieron al menos un par de semanas siempre reportando sobre “el caso Paulette”, en alguna emisión hubo hasta recreación digital del inmueble donde fue encontrada, con lo cual se desquita la tecnología en la que han invertido.

La crítica va en este sentido: Si bien es cierto que el caso es lamentable, no solo por ser una muerte cuyas causas no han sido aclaradas, además por ser una menor con problemas intelectuales y por tanto ser indefensa, también es cierto que casos como esos les suceden a más de una familia todos los días en cualquier ciudad del país, del mundo y no se les da la misma magnitud que al susodicho.

No afecta mi sueño el papel de los medios y su obligación de informar, sin embargo parecen alimentar de fuegos fatuos una nota que sin dejar de ser dolorosa, se ha convertido en una suerte de monstruo que cada vez se parece menos a sí mismo cuando comenzó. El papel de las autoridades deja en claro que son incapaces de manejar una situación así y que las cámaras a más de intimidarlos, los hacen dar declaraciones prematuras en las que se descubren errores infantiles haciendo más gris su ya desmejorada imagen. Para la familia aparentaba ser más un trampolín a la televisión en cadena nacional que una situación de dolor y pena.

Creo que la muerte de la niña se suma, al final, desgraciadamente a las estadísticas. Espero ser testigo de unas investigaciones mejor llevadas, con mayor seriedad y que no se desvíen hacia lo farandulero. Muchos más niños mueren cada día, hay más Paulettes que sufren destinos similares, hagamos caso a esos que no están en televisión sino en nuestro propio vecindario, porque no son ni ella, ni Cabañas, ni los alumnos del Tec: Ellos son la punta del iceberg, hay que atrevernos a mir