No parece haber cabida para el descanso si de noticias se trata, no obstante que las más sean de aquellas desagradables. Apenas nos hemos recuperado del impacto que tuvo en todo el mundo pese a la distancia la situación vivida en Haití con el terremoto que dejó millones de dólares en daños y muchísima gente damnificada. Fenómeno que, a decir de los expertos, tardará muchos años en superarse no solo en lo material sino también en lo emocional. Aquello fue una noticia que sacudió el inicio del año y lo marcó con una huella de sufrimiento y que al final sirvió de pretexto perfecto para que el eterno conquistador norteamericano aprovechara y estableciera una base militar en aquel país caribeño.
Por otro lado y no menos terrible resultó el terremoto registrado en Chile el mes pasado que igualmente dejó daños en edificios, gente damnificada, desabasto de alimentos y servicios y particularmente para el mundo de las letras, interrumpió el tan anhelado Congreso Internacional de la Lengua Española que reunía a representantes de las treinta y dos academias de la Lengua Española en Valparaiso, donde además, se presentarían obras de dos grandes de la literatura hispanoamericana: Neftalí Ricardo Reyes Basoalto o Pablo Neruda y Gabriela Mistral y aunque se pretendió continuar dicho evento por internet, definitivamente ya no fue lo mismo.
Había pasado aquello y nos vinieron las inundaciones en Brasil que provocaron deslaves y han provocado más de doscientos muertos hasta el momento. No olvidamos tampoco el temblor registrado en Mexicali, Baja California de siete grados y medio en la escala de Richter que además de los daños obvios del siniestro, ha causado un pánico terrible entre la población que ha decidido incluso dormir en la calle para sentirse seguros. Y es que no es para menos, después de más de cien réplicas registradas deben tener de sobra razones.
El punto al que quiero llegar es que Natura parece enviarnos un mensaje, quizá ya desde antes nos los mandaba, aunque eran más sutiles, más suaves. Hoy son gritos, regaños y recordatorios de que nosotros no somos los dueños del planeta sino que somos usuarios, como las demás especies y que tampoco somos tan fuertes como, a fuerza de los años, lo hemos pensado. En nuestra visión de fuerza es donde radica nuestra mayor debilidad. El cambio climático, la deforestación, el crecimiento demográfico incontrolado, el sobreaprovechamiento de los recursos comienzan ya a pasarnos factura y no sea que queramos actuar de último momento. No es que sean las primeras señales, estos son los focos rojos que indican una necesidad profunda e inmediata de cambios en nuestra manera de vivir. El hambre ya no es solo cuestión de riqueza o pobreza, también es consecuencia de la patente escasez de alimentos en el mundo, los huracanes son más intensos y numerosos, los climas han cambiado, ¿no es suficiente para hacer una reflexión? Estamos acabando al mundo y no nos resulte extraño que él acabe con nosotros como ya lo prevé Isaac Asimov. No es esto una cuestión de unos años o del Protocolo de Tokio y los gobiernos. Por nosotros debe empezar la voluntad y sumar esfuerzos pues todos hemos contribuido al problema, yo mismo acepto mi culpabilidad al utilizar energía en la máquina en la que escribo; sin embargo si fuimos capaces de destruir ecosistemas, extinguir especies, bien creo que podemos invertirlo aunque el camino sea largo y difícil, ¿o esperaremos que sea imposible?
Seamos responsables de nuestros actos, pero de todos, que las envolturas tiradas en la calle también tienen consecuencias, por vacuo que se lea.
Apenas leí que la Agencia espacial estadounidense reveló que un cuerpo estelar de algunos metros de diámetro pasó cerca de la Tierra y fue cuando me dio por escribir esto, con la intención de saber si de verdad seremos tan irresponsables que llegará el día en que un cataclismo estelar sea más anhelado que otra cosa por la insustentabilidad de la vida en este planeta, que hay que recordar, es el único que tenemos. ¿Habremos de resignarnos al día del juicio y pretextar que si un fin se acerca de qué vale pues el esfuerzo? Cada día es distinto, hagamos hoy lo mejor que podamos y quedémosle bien al mundo, que él, de sobra nos ha dado ya.
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