Acostumbro ver la televisión más por las caricaturas que en cierta manera mantienen vivo esa especie de niño interno, llamado inmadurez, que conservo siempre a flor de piel y que en ocasiones me hace tan difícil de tratar. no obstante, hay programas de esos “serios” que me gustan, sobre todo los de barra de opinión aunque tampoco son tantos. Podría mencionar entre mis predilectos La entrevista con Sarmiento, Shalalá, Openheimer presenta, Entre 3, Pensar México, aunque sólo cuando es partícipe activo Oscar de la Borbolla (Andrés Roemer me cae mal), Claves, El foco, Reverso, La dichosa palabra, Ludens, Entre líneas TV y algún otro que se me escape.
Bien, ayer, ya entrada la noche vi entre la costumbre masculina del cambio de canales una mesa bien surtida y que prometía cosas interesantes en el programa Entre 3, estaban los tres de cajón: Jesús Silva-Herzog Márquez, Federico Reyes Heroles, Carlos Elizondo Mayer-Serra, además de tres invitados: el escritor Héctor Aguilar Camín, y los periodistas Pablo Hiriart y Sergio Sarmiento. El programa ya había comenzado y animado en parte por el gusto que profeso de la transmisión y por las caras presentes dejé en paz el control remoto.
El tema sobre la mesa era grosso modo el papel de los medios en relación con las acciones de terror que se han vivido a últimas fechas en todo el país y al parecer comenzó por un artículo de Julio Scherer en la revista Proceso, mismo que no he tenido oportunidad de leer. Además se ponía en la mesa la declaración del presidente Felipe Calderón de que los medios han contribuido a dar una mala imagen de México no solo al interior del país sino internacionalmente por el gustoso afán de ponderar la nota roja en todas las emisiones sean escritas o audiovisuales.
El programa tuvo puntos a favor y en contra de tales o cuales posturas, con tres muy claras, según mi óptica, una que apoyaba este afán de la prensa de dar la nota sangrienta como un fácil gancho con la gente sin una autocrítica o el más leve sentido común, defendido por Héctor Aguilar Camín y Federico Reyes Heroles, otra totalmente disímbola que defendía tales manifestaciones como un logro de la libertad de expresión e invitaba a continuar por un camino similar en contra de esa postura “conservadora”, defendida por Pablo Hiriart (quién más) y en menor medida por Jesús Silva Hérzog-Márquez y la tercera un poco más neutral por no decir que cómoda, atendida por los otros dos en escena.
No es mi intención en este caso hablar en sí del programa pues confío en que la calidad de los temas y los presentadores es suficiente publicidad, pero la reflexión que llevaron a cabo me pareció excesivamente interesante, necesaria y hasta donde sé, poco trabajada, es decir ¿qué tanta responsabilidad tienen los medios en el aumento de los actos de terror que se han visto a raíz de esta “guerra contra el narco”?
Podemos pensar que mucha si se toma en cuenta la primera postura mencionada, pues cada día vemos en los periódicos una cabeza sangrante y con algún mensaje de advertencia para las autoridades, o escuchamos de tantos asesinatos o tiroteos en fiestas, peleas entre sicarios, emboscadas, desapariciones. Todo lo cual es terrible, pero quienes dan mayor publicidad e ello son los medios, quienes te ponen la foto y los títulos enormes. En ese sentido en obvio que hacen labor de masificación no solo de los mensajes, sino también del miedo, de saber que son poderosos y nos pueden matar, como lo han hecho con otros y la incertidumbre crece entre el pueblo porque uno piensa en que si han matado a los altos mandos con sus escoltas y seguridad personal, ¿qué puede esperar uno si los denuncia con las autoridades? Además, es claro que la justicia nos ha fallado y se ha ganado una imagen de desconfianza de nuestra parte, por los malos servicios, por la lentitud, por la falta de transparencia, por la corrupción. Todos ellos vicios que se han arraigado desafortunadamente en el imaginario popular del país.
Por eso el crimen organizado tiene a las autoridades tomadas por el cuello mal que les pese. Han aprovechado los factores que el sistema les ha dado e incluso se han hecho querer por las comunidades, porque les dan trabajo, dinero, beneficios, cosas que el Estado no les ha podido jamás otorgar. Es cierto, de manera ilícita quizá, pero todo es relativo ¿no?
La labor de los medios siempre será la de dar la noticia, informar, pero ¿hasta dónde? ¿En qué momento se transgrede la línea del profesionalismo y se salta a la del amarillismo? ¿En qué momento importa más el número de ejemplares que ofrecer información de calidad? Esa es una labor de autoconciencia que no se ha hecho en mucho tiempo. ¿Será posible que todas las noticias del país sean referentes al crimen organizado? Por supuesto no me alío a las palabras que el Ejecutivo ha emitido, pero como lector y ciudadano que gusta de la información, sé que es una realidad la difícil situación que México atraviesa y por lo mismo, las noticias, cuando llega a haber alguna agradable, son como gotas de miel sobre la amargura del paisaje.
Pablo Hiriart decía que Julio Scherer había hecho una apología del delito y que por ello la prensa debía siempre mostrar los crímenes, para condenarlos. Creo que Hiriart tiene en principio un carácter polémico, aunque no pongo en duda su calidad como periodista, mas sigo pensando que todo es cuestión de apreciación, lo que para uno es mejor para otro no lo es y no se trata de echar la culpa de mano en mano sino de que cada quien se haga responsable de sus actos. El profesionalismo siempre lleva una gran dosis de ética, aunque creo a veces le falta un tanto de moral.
Si bien la prensa está para informar los acontecimientos sean como sean, hay que pensar, como la ecdótica manda para las ediciones, siempre en los lectores. Hay que imaginar que un noticiero matutino lo estarán viendo los niños antes de ir a la escuela, o que el periódico quizá se quede en la mesa y las imágenes de sangre y muerte pueden ser demasiado explícitas. Por supuesto tampoco estoy a favor de la regulación controlada que pretende el Partido de la Revolución Democrática imponer en el Distrito Federal, coartando impunemente la libertad de prensa y el derecho a la información que la Constitución garantiza.
La pugna no va para periódicos enlistándolos por nombre, para ver cuál es el más malo y cuál el mejor, al contrario, me parece que la diversidad es el mejor camino para una información más manejable. A saber, uno conoce que entre el Gráfico y el Universal hay diferencias de contenido además de precios y en esos casos uno está en la libertad de elegir qué es lo que quiere saber y cómo lo quiere leer, ese es un paso gigantesco y, en la opinión de este ciudadano, es un buen augurio y un camino que puede seguirse.
No se trata de escapar de la realidad y querer imponer un mundo de fantasía, princesas y hadas madrinas para que los niños no sufran. Ellos también son parte de la realidad y como tal hay que enseñarlos a enfrentarla, sin embargo, lanzarlos al océano de información creo que no es la mejor forma. Podrá objetárseme con el internet y se dirá que allí tienen más información, opiniones, sangre y cosas peores de las que aparecen en la prensa y yo con gusto responderé que tienen razón, no obstante, en internet hay posibilidades, miles de ellas y uno es responsable del uso que le da, para la prensa son más que opciones, casi copias unos de otros. Eso sí es un error.
El periodista tiene una labor social, como todos los que pertenecemos a este mundo, somos una red de interdependencias y como tal, lo que yo hago afecta directa o indirectamente a otra persona quizá sin que lo imagine. No desmiento la atroz situación que el terror comienza a sembrar en México y aplaudo el que se informe al país de lo que pasa, a más de estar en contra de que se restrinjan los tópicos que puedan tratarse en la prensa y sin embargo creo que también podrían esforzarse un poco más por incluir noticias que muestren otras caras del país porque si bien es cierto que un velo de oscuridad cubre el panorama, todavía podemos ver muchos puntos de luz.
Creo que cada país tiene sus problemas y sus puntos conflictivos, es natural vaya, sin embargo y creo que afortunadamente, con todos los conflictos, México es un país con gente que vale la pena y a esos también hay que darles espacio a cuadro, se lo merecen más que muchos criminales de cuello blanco. Los crímenes, los decapitados seguirán muchos años pues hay que aceptar que el esfuerzo por erradicar de raíz el crimen organizado, lo que es loable, y también es cierto que hay muchos que siguen vivos sólo porque es ilegal matarlos. De modo que la realidad ha sido, es y probablemente será dura, eso lo sabemos, lo que hay que aprender es que no es sólo eso. Hay otras cosas que son más agradables, pero hay que aprender a verlas y hablar de ellas pues igualmente forman parte de la realidad.
En fin, da gusto ver que los periodistas se preocupen por el camino que ha seguido su gremio en estos tiempos y que se preocupen, desde las diversas opiniones, por una necesidad de autocrítica. Yo agradezco como televidente que su conversación haya dado pie para ser consciente de un tema que quizá no a menudo pensamos. Una sincera felicitación.
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