19 enero 2011

Y el pensamiento te llamó

Ni duda cabe de la inmediatez y carácter efímero de las palabras cuando son emitidas por la voz. Parece entonces que el viento, el aire del que se componen es el mismo que las desintegra, un momento, un segundo y desaparecen como burbujas de jabón...son iguales, un juego, un juguete. Incluso las palabras que se juran se me escapan.

En efecto el sufrimiento no nace del otro para incrustarse en uno, eso suena más a un pretexto barato de aquél que no acepta que la importancia de las cosas se las otorga uno. Congruencia, responsabilidad y todo iría mejor, uno tiene que entender que cada acción, cada decisión tiene consecuencias y debemos aprender a mover las piezas en este enorme tablero de ajedrez para elaborar una estrategia y arrepentirnos las menos veces.

Pero resulta que uno también se cansa de alguna que otra decisión, de una manera de vivir. Es cierto que los sentimientos se atraviesan a veces y no permiten tomar caminos bien pensados, pero eso también se disfruta, estar enamorado, por ejemplo, es una de las experiencias más valiosas para vivir. Uno se enamora y lo hace sin medida, sin tomar en cuenta otra cosa en el mundo...y se siente en las nubes...hasta que la realidad y la rutina se encargan de aligerarnos las endorfinas.

Amar, por otro lado... amar es más allá de cualquier otra cosa, es aceptar y convivir y acompañar y disfrutar y consolar y muchísimas cosas más, muchas, vaya que sí. Rompes esos límites que construiste en cada paso que dabas, consigues sinsabores y sigues adelante... y amarras cual Ulises al mástil de la barca para navegar, y te pones igualmente cera en los oídos...y no escuchas las sirenas...no escuchas nada.

Pero también la cera se desgasta y llega el día que se cae de tus oídos, y abres los ojos contra el sol abrazador, te quemas las retinas. Miras, buscas y encuentras que las cosas las ha cambiado el tiempo y que las palabras, aún las de juramento, se han ido...se escaparon.

Quizá por eso es tan grato reencontrarse, volver al principio y saber que finalmente el Padre Tiempo siempre cura todo, aún contra nuestras leves esperanzas, o contra nuestra voluntad, y se descansa tan tranquilo cuando todo se equilibra...

Y entonces llega el día y reapareces, intempestiva en mi vida, vienes y derrumbas otra vez los cañaverales de paz. Pero me gusta, me gusta ese cálido beso hawaiano, la vida en el trópico se disfruta, por eso es que lo dije, ¿o no lo dije?, ya no importa.

"No sabes lo que significa dejar de depender de alguien para los momentos felices y darse cuenta que otra persona te hace batir el corazón con igual fuerza...incluso más"

Vale pues, una grata sonrisa por tus logros de escultora en una pétrea mole que pensaba no cambiar jamás.

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