14 febrero 2013

Eres Lejana y No



Eres lejana y no,
porque te pienso,
porque te tengo aquí,
justo a mi lado,
porque te siento tanto
que lo humano
-llamado la distancia-,
se deshace.

Te quiero
en la distancia que guardan
nuestros cuerpos amantes…
porque el vaivén reluce los esfuerzos,
las manos,
los rasguños,
nuestros besos... te quiero
en la distancia por ser otra,
diferente, ajena y, a pesar,
complementarme.

Te amo en el silencio de tu voz,
en la ausencia que evoca tu figura,
en el espacio
al que mi brazo terco,
se empeña por guardarle a tu cintura.

En la distancia, dos,
que nunca supondrán un solo cuerpo,
pero sí de las almas
con el tiempo...

04 enero 2013

Cripto


No indagaré demasiado,
intentaré abdicar.

               Buscar amor rubicundo, real,
        abundante, generoso.
¿Agotarme? Nunca.

Verdadera amalgama,
romancero atemporal.

Tantos empeños,
andanzas,
matanzas,
orgullos.

Tremendos esfuerzos
que unieron intersticios entrañables,
recordando oraciones.

Puedo alegar rabietas, alardeos,
mas invocar vacíos…
                                    imposible.

                                                                  Desnúdame, amor.

Plegaria



A la luz, a la penumbra
y al infinito universo:

       por las letras de su nombre,
por la cadencia en sus pasos,
           por el talle de su cuerpo,
         por su cintura, su sexo,
y la humedad en los besos.

Por esos anocheceres,
por los silencios guardados,
por las caricias prohibidas
y esos cuerpos salados;
por sus pupilas de noche,
            por su cabello rebelde,
                   por esa boca que muerde
                              su cuello, cuando se enciende
                                               todo el erotismo insomne.


                                Por el caprichoso azar,
       por la ciencia y la consciencia,
por el galo Lavoisier,
                                                        por el horror de Allan Poe,
                                 por las distancias salvadas,
                  por los riesgos asumidos,
                                                                                              por el secretismo asceta
                                                                               de mirarse de reojo:
                                                             en perfecta indiferencia.

                             Por sus labios sugerentes,
                             por las palabras que calla,
                             por su sonrisa sincera,
                             por su desnudez sin mancha,
                             por su perfecta cadera,
                             por los suspiros de cama.
                             Por la historia que les queda.

                                                                                                                  Por todo lo susodicho,
                                                                            por todo lo que no sepan,
                                        vaya pues esta plegaria
y venga a nos la respuesta.

03 enero 2013

Escapes I

En franca retirada tras la luenga batalla de la noche, ella volvía los ojos a su espalda, a los rasguños que dejaron marca en esa piel acartonada, curtida por el sol y la desesperanza. Se vislumbró a sí misma revuelta por más noches en sus piernas, en su sexo; recargando su cabeza en esa almohada llena de su aroma, pero ya no de forma clandestina sino más bien consuetudinaria. 
Imaginó las mañanas abrazada contra su pecho, reconfortándose sin preocuparle el tiempo ni las circunstancias; se imaginó, también, un beso delicado en lugar del soso "buenos días". Y lo miraba vestirse sin demasiadas ganas de dejarla, y ella hubiera querido gritarle que no se fuera, que se quedara unos minutos "sólo cinco minutos para descansar los ojos". Pero no se atrevió, y lo vio levantarse y ajustar sus pantalones: siempre de espaldas. 
¿Qué pensaría? ¿Si ella se atreviera, él se hubiera quedado? Ella permaneció bajo las mantas y le tocó la espalda..."perdóname". Él volvió la mirada, con el cabello revuelto. La tomó por cintura y la alzó, desnuda, frente a sí. Con un ósculo indómito selló el silencio que debía mediar en ese instante... al separarse, ella podría jurar que vio aparecer un par de lágrimas. 
Él tomó la camisa, los zapatos... y antes que el sol asomara por oriente, cerró la puerta de la alcoba, dejando su perfume por doquier. Cuánto valor le habría faltado, ¿sería esta su última oportunidad? No sabía si volvería a verlo... se vistió de prisa y corrió a la ventana para detenerlo: imposible, el auto arrancaba furioso con un quemar de llantas rechinantes

11 diciembre 2012

Déjà vu

Esto de amarle tanto 
es transitorio, 
no se acostumbre usted a ver mi estado. 
Quizá 
mañana ya no vea sus ojos, 
quizá para ello 
deba arrancar los propios... 

Pero no tema 

nada señorita, 
que de amor no se muere, 
se nos mata 
lento pero constante 
cual el cirio, 
que sufre 
cuando muere 
por la flama. 

09 diciembre 2012

Fines de semana. Imposibilidad 2


En el cuerpo, tu aroma, eternizado;
en la carne, tus uñas, enterradas,
en la calle, tu risa, memorada,
en mi sexo casual, está tu sexo.
Pero en ese resquicio que te busco,
cuando me he acostumbrado a tu presencia,
cuando creo que dio frutos la paciencia,
ahí,  en ese sitio
no hay nada.
M. D.

Tengo el total deseo de tus labios
en mis labios deseosos de pasiones,
el pertinaz hallazgo de tu cuerpo
a medianoche
sobre mi pecho, en amatoria sentencia.

Tengo tus manos firmes, amarradas;
entrelazadas van nuestras falanges
hacia las lindes do el futuro yergue
su azarosa mano
en sedeña historia, que a ambos nos compete.

Está, también, el juramento
dicho desde tu impecable boca,
el asidero de todo lo inasible,
las palabras dadoras de existencia
a lo infundado;
lo imaginable,
lo innombrado que vino en tu presencia.

Tengo el cuerpo cubierto de tu aroma,
repletas cajas de fotografías,
tengo las noches, en teoría, vedadas,
cuando escapamos
a donde las miradas no pudieran hallarnos,
porque el mezquino envidia,
porque el celoso asfixia.

Hubimos varios e instantáneos besos,
y todo el erotismo
que vino por los siglos de los siglos,
y nuestras desnudeces suaves
terminadas en los amaneceres.
El ritmo sinfónico y sincronizado
de los cuerpos
cuando se batallaban. Y las miradas claras,
constantes y sinceras,
y los gritos de paz para las guerras.

Tengo cada certeza que me diste,
cada miedo al fracaso y la osadía
que tenías planeada,
desde pasadas eras.
Tengo tu férreo ánimo creciente
y tus caderas, firmes cual montañas,
tus eficaces lances, cual guadañas
que partieron mi pecho enloquecido
por tu causa.
Tu valentía, también tu valentía,
tu rebeldía y tu carácter fuerte,
esa inocencia que viene con tus ojos
y todo el llanto que hubiste derramado.

Tengo el perro, las cartas, la cerveza,
el vaso de café, las servilletas. Tus zapatos,
los rojos, los de mayo; y todos tus enojos numerados.
La guitarra, la tarde en que paseamos,
los viajes, los boletos, los desvelos;
los duelos,
las albricias, los festejos…

Todo de ti y de mi; yo lo conservo.
Pero siempre han quedado impresentes,
en deuda, sin llegada,
los fines de semana.

05 diciembre 2012

Te me vienes haciendo cotidiana


Te me vienes haciendo cotidiana. Cada vez más y más recorro, en tus múltiples y acordadas ausencias, los instantes gloriosos del pasado, del instante preciso y precioso en que nos coincidió el azar benevolente. Tú, la inmarcesible e inasible, apareces de pronto en remembranzas cuya validez he puesto en duda porque quizá las miro como solas reconstrucciones, prefiguradas por la alteración de mis andares. Tú, la del encuentro que nunca debió ser, hoy eres, más que nadie.

Yo, el acostumbrado a toda soledad ontológica, el que repite la cátedra, terrosa y seca, de que “los amorosos están solos, solos…”; yo me hallo encaminado con toda parsimonia, en estas calles empedradas, coloniales, que me reviven esa historia antigua de las eras en que habría deseado figurar. Y cargo mi libreta reciclada, pluma fuente, el sombrero que jamás usaba y el animoso afán por vaciar tinta. Comienzo pretextando cualquier cosa: el olor de las flores, la claridad del cielo, el viento que congela… y luego miro cómo me da por repetir las teorías del cangrejo. Vuelvo a ti.

A tu don de alejarte y permanecer, a un solo tiempo. A la capacidad de no decir pero mirar con más efectos que la charla, a las intrigas que me gestan tus silencios. Al vínculo del sístole y del diástole rotundos… al son del corazón profundo. Y todo se me escapa de las manos como agua corriente; únicamente me queda la humedad del beso jamás dado, el vaho del suspiro, el salobre sudor y luego nada: me entero que sigo deambulando solo en mis expediciones nocturnales para buscar motivos de escritura.

Te me vas desarmando con el caer de las hojas en otoño. Míralas amarillas y gravitantes, míralas como hablan con sus voces de crujir a nuestros pies. Te me desvistes conforme te hago letras, conforme más te pienso y te describo, cayéndote las ropas lentamente. "Porque te tengo y no. Porque te pienso" y si pienso te creo y te recreo, esta de aca es tan tú como las otras, las que imagino en casa o en el parque, las que despiertan cuando llega el sueño. La que tendrá lugar en mi futuro innoble y muy incierto.

Te me vuelves recuerdo y elusiva, y frugal amasijo comestible. Un dulce mordisco que me guardo, el abrazo robado… porque jamás habré de confesarlo, no lo resistiré. Entre tanto secundo mis relatos con tu ausencia, dibujo algunas líneas que boceten tu aura sin dejar semejanzas, para que no las mires, para que, al menos, en la chanza de rememorarte, pueda seguir sintiendo.