05 diciembre 2012

Te me vienes haciendo cotidiana


Te me vienes haciendo cotidiana. Cada vez más y más recorro, en tus múltiples y acordadas ausencias, los instantes gloriosos del pasado, del instante preciso y precioso en que nos coincidió el azar benevolente. Tú, la inmarcesible e inasible, apareces de pronto en remembranzas cuya validez he puesto en duda porque quizá las miro como solas reconstrucciones, prefiguradas por la alteración de mis andares. Tú, la del encuentro que nunca debió ser, hoy eres, más que nadie.

Yo, el acostumbrado a toda soledad ontológica, el que repite la cátedra, terrosa y seca, de que “los amorosos están solos, solos…”; yo me hallo encaminado con toda parsimonia, en estas calles empedradas, coloniales, que me reviven esa historia antigua de las eras en que habría deseado figurar. Y cargo mi libreta reciclada, pluma fuente, el sombrero que jamás usaba y el animoso afán por vaciar tinta. Comienzo pretextando cualquier cosa: el olor de las flores, la claridad del cielo, el viento que congela… y luego miro cómo me da por repetir las teorías del cangrejo. Vuelvo a ti.

A tu don de alejarte y permanecer, a un solo tiempo. A la capacidad de no decir pero mirar con más efectos que la charla, a las intrigas que me gestan tus silencios. Al vínculo del sístole y del diástole rotundos… al son del corazón profundo. Y todo se me escapa de las manos como agua corriente; únicamente me queda la humedad del beso jamás dado, el vaho del suspiro, el salobre sudor y luego nada: me entero que sigo deambulando solo en mis expediciones nocturnales para buscar motivos de escritura.

Te me vas desarmando con el caer de las hojas en otoño. Míralas amarillas y gravitantes, míralas como hablan con sus voces de crujir a nuestros pies. Te me desvistes conforme te hago letras, conforme más te pienso y te describo, cayéndote las ropas lentamente. "Porque te tengo y no. Porque te pienso" y si pienso te creo y te recreo, esta de aca es tan tú como las otras, las que imagino en casa o en el parque, las que despiertan cuando llega el sueño. La que tendrá lugar en mi futuro innoble y muy incierto.

Te me vuelves recuerdo y elusiva, y frugal amasijo comestible. Un dulce mordisco que me guardo, el abrazo robado… porque jamás habré de confesarlo, no lo resistiré. Entre tanto secundo mis relatos con tu ausencia, dibujo algunas líneas que boceten tu aura sin dejar semejanzas, para que no las mires, para que, al menos, en la chanza de rememorarte, pueda seguir sintiendo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Un agradecimiento por ingresar a estos vericuetos y dejar un mensaje...