...mis veintisiete caracteres con que debo escribir cada vez que las manos se desatan...
21 julio 2008
De regreso!!!!
Tu foto me asesinaba la fuerza con esos ojos tan negros y hermosos que tienes. Extrañé tus besos, tus caricias, tus abrazos, tu risa, tu cuerpo, tu amor.
Pero haz vuelto amor hasta mis brazos, no tengo más que decirte, tu cabello en mi pecho y mis manos acariciando tu cuerpo terso y firme. Te amo, con la simpleza propia de la frase, con la fuerza de 10 mil hombres, con la intensidad de una súper nova, con el calor eterno del Sol, con la alegía del niño que corre, con la vitalidad el aire de montaña, y con la sinceridad de un pecho descubierto para ti.
Que bien que haz vuelto corazón.
25 junio 2008
Te escribo desde el fondo de mi hígado...
A veces no sé que decirte si tus ánimos decaen, te abrazo, te beso, te mimo, me alejo, te doy la razón, te contradigo, y nada funciona, quisiera tener una mente que hurgara en la tuya y te hiciera ver lo que yo siento, como yo tambien quisiera entender lo que tú sientes. Te amo y es de lo que más seguro estoy, sé que probablemente hoy no fue el mejor día, pero para mí siempre será el más lindo, porque estuve contigo y ahora en casa te rindo este justo homenaje. Porque haz reactivado la circulación de mi sangre, el calor de vida, y mi alma.
Lo que tú digas es ley, no iré jamás en contra de tu voz, pero quiero hacerte feliz, verte feliz, me gustas feliz. Vamos a intentarlo, déjame intentarlo. Sin fruncir el ceño, y mejor, mejor dame un beso...
23 junio 2008
Pasadena en busca de la esfera de la Atlántida
Aquel día llevaba la gabardina negra y un paraguas largo, llevaba también su revolver del lado derecho con seis tiros cargados por cualquier eventualidad y algunos más guardados en la bolsa de la gabardina. Del lado izquierdo traía su paquete de cigarros, y un Zippo, además de una navaja muy filosa.
La noche estaba oscura y el agua no cedía, llovía incesantemente pero con poca fuerza. Había dejado el auto cerca de Bellas Artes para seguir a aquel tipo.
Por fin, un muchacho de unos veinte años, veintidós a lo más, salió del edificio con una cara pálida de espanto, atravesó la avenida y se veia muy nervioso. Torpemente sacó un cigarro del bolsillo y trató de encenderlo un par de veces, no pudo porque la mano le temblaba demasiado, así que lo arrojó al piso con furia y siguió su camino.
Pasadena no hizo nada muy evidente, de manera calmada siguió al muchacho a una distancia prudente, con el rabillo del ojo vigilaba los movimientos de aquel mozuelo. Llegaron hasta Pino Suárez y el inspector decidió que era tiempo de hacerle algunas preguntas al chico, atravesó apretando el paso la calle y penso que en la siguiente esquina lo toparía de frente, llevaba la mano sobre el arma y las esposas listas.
-¡Detente Tovar!- gritó Pasadena, pero el muchacho al verlo comenzó a correr hacia los callejones tan rápido como podía. Javier lo persiguió sin perderlo de vista un rato más; cuando se dió cuenta habían llegado a Televisa Chapultepec, allí Tovar intentó meterse al metro para huir del inspector.
-¡Detente te digo!- volvió a decir Pasadena en plena carrera.
Antes de que pudiera cruzar la calle hacia el anden del metro, un Honda Civic negro se emparejó en el semáforo con el chico y se vió una ráfaga de disparos que terminaron con la vida de Tovar. El inspector se cubrió detrás de un macetón y aunque intentó disparar al auto, éste aceleró y sólo se escucharon los tiros que jamás impactaron al vehículo.
Corriendo, Pasadena alcanzó al joven e intentó reanimarlo.
-Despierta Tovar, no te vayas, vas a estar bien.
-No inspector, los dos sabemos que ya me cargó...
-¿Quién fue hijo? ¿Quién te hizo esto?
El joven, tosió y escupió un coágulo de sangre.
-Fue el Gunter inspector, porque no quise entrarle...
-¿Entrarle a que?.
Pero Tovar ya no respiraba, y los ojos se le comenzaron a nublar. Pasadena los cerró, tomó su celular para llamar al SEMEFO y se fue de allí dejándo su sombrero sobre el rostro de Tovar a modo de homenaje...
22 junio 2008
La tarde que conocí a Javier Pasadena
En mis pensamientos estaban todos esos rumores y no pude evitar una sonrisa mientras daba una bocanada a mi puro.
-Tiene fuego.
Me quedé un poco sorprendido al ver que Pasadena traía un paquete de cigarros y un par de coca colas en la mano. Saqué mi Zippo de la bolsa derecha, y encendí su cigarro. Él me dió una de las coca colas y sin decir palabra se sentó a mi lado; los dos fumábamos tranquilos.
-¿Por qué me sigues?- dijo y le dió un sorbo a la lata. Yo sólo seguía mirando al cielo. -Me he dado cuenta que desde hace tiempo pasas por el parque a la hora que acostumbro y te quedas en la farola aquella unos minutos.
-No lo sé- respondí sinceramente- creo que únicamente es la curiosidad que envuelven los rumores que se dicen sobre ti.
-Esas burdas mentiras me dan tanta pena- comentó al tiempo de expulsar volutas de humo -me han inventado tantas vidas e identidades que ya ni sé cuál es más estúpida. Pero debo aceptar que de cada una de ellas tengo un poco.
De pronto se quedó en silencio por unos momentos, y yo entendí que la charla había terminado por ese dia, seguimos fumando uno y otro cigarrillo sin hablar hasta que miré el reloj y descubrí que era casi media noche.
-Es hora de irme- me levanté y no obtuve respuesta alguna, así que comencé el andar hacia San Ángel.
-Espere- volví la mirada y ya venía en la misma dirección- yo también voy para Tizapán.
Caminamos despacio mientras comenzaba una leve lluvia que nos molestaba únicamente porque nos apagaba los cigarros, platicamos de no sé cuántas cosas y en el jardín del arte nos despedimos, con la conciencia de que nos volveríamos a encontrar muchas más veces...
Niña..
Niña, preciosa joya en mi destino,
de piel de seda y labios seductores,
tu sonrisa, arcoiris de colores,
farolito, que alumbra mi camino.
Niña, retrato fiel de lo divino,
remanso, cura de este mal de amores,
a mi alma que sufre los dolores,
añorando respuestas que adivino.
Majestad de mis sueños, fantasías,
que de noche capturas mis sentidos,
libertando, mis mas locas manías.
Tú que atañes a todos mis latidos,
y en mis hojas, te inundo de poesías,
ve mi sangre, mis versos desteñidos.
Este sonetillo ya tiene algún tiempo, pero me gusta porque justo hoy le hice algunas modificaciones, y me gustó para ponerlo...
21 junio 2008
Mi fingida poligamia...
Vivo con tres mujeres en casa,
la amorosa, la evasiva y la ideal.
La amorosa llega por las tardes,
se asoma en mi ventana y da un par de golpecitos
me sonríe, entra a mi cama y me besa
me toma con sus manos,
y dice suavemente a mi oído
que desea pasar el tiempo que nos resta
mirando las estrellas, bajo las sábanas.
La evasiva aparece más seguido,
viene casi todos los días, me mira y me sonríe
después, lentamente se va,
oculta su mirada en un destello luminoso.
Responde con monosílabos, si me responde,
me dice ―olvida todo ―y terminó la charla.
Me besa con más obligación que gusto,
y ante mis esperanzas de una respuesta tierna
obtengo mil ―tú dime, o un descenso de nubes.
Para hablar de la ideal necesito más tiempo,
me faltan palabras que la describan bien,
o suficiente.
Ella, ella no avisa cuando llega, pues lo hace pocas veces,
de repente sola se aparece, y me toma mal parado.
Arrolla con su paso mis defensas,
mis intentos por acostumbrarme a la evasiva
o de soñar con la amorosa,
ella llega y rompe todo.
Es la que me enamoró, la que mantiene mi fe inquebrantable,
por la que cada día quiero amanecer.
La ideal es la que escondes los domingos,
que me ama sin secretos. La ideal eres tú amor.
Un justo agradecimiento
Puede que en este momento no esté de lo más poético, sin embargo me parece estar sensato y coherente para decir que todo lo sobredicho es enteramente cierto y una promesa por escrito siempre será más fuerte. Te prometo que seguiré poniéndole todas las ganas a esto para que siempre estemos juntos.