I
“Y
conoceréis la verdad,
y la verdad
os hará
libres”.
Ocho,
Treinta y
uno,
treinta y
seis.
Leía en el
mito repetido
en tantas
latitudes, en la Historia.
Sorbía las
palabras primigenias:
gracias, perdón, como usted diga…
‘Honrarás a tu padre y a tu
madre’
‘No dirás
falsos testimonios ni mentirás’
‘No codiciarás los bienes ajenos’
y otros
siete enunciados encriptados que vienen repitiéndose
desde el
antepasado hombre
y de tanto
decirlos, se maceran:
liberan sus opiáceos
efectismos; adormecen
el molesto
albedrío.
IN
NOMINE
PATRIS
ET
FILLII
ET
SPIRITUS
SANCTI
Póstrate de
hinojos y agacha la cabeza,
muestra
respeto; sé bueno.
Tendrás
garantizado el Paraíso,
aunque hoy
pagues
—es
justo—
por un
pecado original irredimible,
imborrable...
in
cre
í
ble.
II
“No debo
contestar con malas palabras a la profesora”
“No debo contestar con malas palabras a la
profesora”
“No debo contestar con malas palabras a la
profesora”
“No debo contestar con malas palabras a la
profesora”
D IN TIN
A FI U I
MU NI M F
TI A T IN
NI D U D
FNI M A
Todo
se da en valoraciones,
dualidades,
contrarios:
izquierda
/ derecha
bien
/ mal
ying
/ yang
blanco
/ negro
y
hay que tomar partido lo más pronto,
el
ser y el deber ser; la pertenencia
y
la adoptada ideología.
El
grupo que ya no el individuo,
pues
somos seres sociales,
aunque
socialmente todo se derrumbe y nos aplaste:
“hoy
fabricamos las ruinas del futuro”, del ¿futuro?
(acaso
soterrado).
Pero
nos acompañamos, es nuestro [des]consuelo.
No
como el ermitaño librepensador
vapuleado
en calificativos:
apátrida,
traidor, malnacido, hideputa, rijoso, revoltoso, necio, intolerante, holgazán…
Ha
merecido su suerte [subes la ventanilla de tu BMW].
III
“No
escupas hacia arriba” decía el abuelo,
“no
te metas en problemas”, “no abras de más la boca”…
el
miedo eufemizado en frases hechas,
la
tradición del statu quo.
No
luches, pues la gata sólo se revuelca
—lo cuenta Ixca Cienfuegos—
y
“la juventud se cura con los años”.
Manipulación
para la paz: PANEM ET CIRCENSES
¿Conciencia?
¿Pensamiento? ¿Crítica?
Desestabilización
imperdonable,
una
advertencia…
persecución,
terror,
vigilancia,
desarticulación,
infamias,
vilipendios:
daños colaterales.
La
paz vía la violencia y el fin que justifica solamente SUS medios.
Y
si la realidad es inventada,
si
todo lo que conocemos es una suposición,
las
realidades fabricadas no son ya novedad
sino
necesidad
protectora de nosotros mismos.
“Por
eso te damos ídolos televisivos,
mitos
teológicos y plástica esperanza de felicidad”;
Dime
lo que consumes y te diré quién eres:
la
marca de tus tenis,
el
modelo de tu auto,
las tiendas donde compras,
los antros que frecuentas,
las plazas comerciales que
conoces,
las
escuelas privadas a las que has ido
(los
costos de la colegiatura)
y los
apellidos de los “otros”…
gente
adinerada,
influyente
o, de menos,
aparecen
en televisión.
El éxito no
debe ser medida personal,
ya lo
hemos estereotipado para su comodidad:
sírvase
atender su telenovela favorita,
tenemos
variedad para todos los gustos…
IV
De
los golpes sólo tengo memoria,
el
dolor trocado en cromatografía violácea
y
verdosa y negra.
Fui
válvula de escape y librepensador
y
ese fue mi estigma,
mi
causa probable (y suficiente),
mi
prefigurada suspensión del mundo establecido.
“Y
la verdad os hará libres”
decía
el mito
de
un hombre capturado,
acusado,
leo, de diferencias al sistema,
de
liberarse y expresar…
fue
torturado, exhibido, muerto.
Y
la historia lo demuestra igual, ya desde entonces.
¿El
pensamiento es, pues, lo peligroso?
Si
la protesta no es más que la palabra,
¿dónde
el conflicto?
La
comodidad nos hace cómplices, pero deja vivir,
sobrevivir,
pseudovivir.
¿De
qué servirá nuestra existencia de silencios?
Estamos
hechos de voces, de ideas y las coartan,
porque
el subyugo es lo común,
lo
bien visto,
lo
aceptable.
Para
qué confrontarse si el tiempo
todo
borrará, nos erosiona
y
hace polvo…
Será
el olvido nuestro juez último,
el
antes no importa en el mundo inmediato,
el
pasado es granítico en los libros,
pero
no en la memoria,
pero
no en las conciencias,
pero
no
no lo es tanto.
Es
el olvido
en
verdad, quien nos libera.
Que
no haya memoria, que no;
que
no haya protestas, que no;
porque
todo
—absolutamente todo—
se
asienta;
después,
ya nadie rememora lo anterior,
no
pueden o no quieren —queremos—,
¿para
qué?
“Y
conoceréis la verdad,
pero el olvido,
[será él]
quien nos hará libres”.
24-08-2012 Chez-moi