Llueve. Toda la ciudad llueve,
llueve la tarde y noche: sin horarios.
Yo te recuerdo,
te percibo y espero tu llegada.
Intempestiva, brutal, para mis muros,
con la beldad como tu escudo,
con tu lluviosa faz, con tu mirada...
Llueve y aguardo a que aparezcas,
de nuevo,
en mis nocturnos pensamientos vagos.
Sé que vendrás a mis encuentros,
porque es nuestra letanía inmemorial:
PER SAECULA SAECULORUM.
Tú, gotas de aguadulce, templas
los áridos instantes
de esta
-pactada-
lejanía.
Tú, lluvia indómita,
que nutres tierra fresca de mi cuerpo,
donde, por tu llegada,
florece
todavía
algo que es muy nuestro...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Un agradecimiento por ingresar a estos vericuetos y dejar un mensaje...