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09 septiembre 2012

Otra de Pasadena...


La muerte es la hermana mayor de sueño, pensaba Pasadena mientras fumaba el último Cherterfield  de la cajetilla. Aspiraba y la brasa enrojecía para luego volverse toda gris. “Curioso, el rojo de la vida y la pasión, y el gris de la paciente muerte”.

Javier pensaba también en el caso de la mañana: muchacha de 25, sin cambios de ánimo aparentes. Universitaria. Feliz (describe su madre). ¿Novio? Sí, buen muchacho primera pista.
Pasadena imaginó a la forense dictando suicidio a la familia y al novio. La madre lloraba y el novio, estoico. ¿Será posible un asesinato propio?

El detective había ya resuelto el caso en su cabeza, así, fumando un cigarro. Era una lástima que la madre jamás se acercaría a él para investigar; es más, jamás sospecharía. En tanto el novio seguiría impune por los siglos de los siglos, y se haría, según Pasadena, un hito en los asesinos seriales.

15 agosto 2012

Suspiros


15-08-2012 [D.F. 3:17 am]



¿Cómo escribir un suspiro?

¿Qué letras implementas

para lograr esa flexión precisa?

¿Con cuáles caracteres? ¿Qué sonidos?


El suspiro que nace misterioso

y terco,

porque no sabe callarse la intención

ni sabe simular su urgencia

de darse, de brotar: ser percibido.

Ese suspiro gutural, sincero,

¿cómo llevarlo al texto?

 
Pensar la piel del otro,

saborearla,

            desearla,

                        soñarla,

y en el sueño, aún,

poder sentirla… acariciarla.


Las manos recorriendo

las facciones ajenas, las exógenas,

las tuyas que son mías

porque me reconozco en ti.

Acariciar tu pelo

            —recortado—,

delinear tus oídos…

            retomar tu barbilla y acercarnos,

despacio,

            lento,

muy lento

            y más despacio

hasta rozar los labios y bebernos,

besar con nuestras lenguas constrictoras

y mordernos

besarnos y morirnos sin aliento…

y luego suspirarnos, de nuevo.


Extrañar tu presencia entre mis brazos

percibir tus aromas,

en el cuarto, en la calle,

            en los parques

            —recordar ese parque asalobrado,

donde hubo cuatro manos enlazadas—

en todo lo cotidiano…


¿Cómo escribir un suspiro?

—preguntaste—,

quizá de todas estas formas enlistadas,

tal vez sea trascendiendo lo tangible,

puede que sea, también,

como el nombre del dios: inextricable.

Aunque mi módica respuesta fue más simple:

“Con los fonemas que no se han inventado…”

09 agosto 2012

Lloviznas

Llueve. Toda la ciudad llueve,
llueve la tarde y noche: sin horarios.

Yo te recuerdo,
te percibo y espero tu llegada.
Intempestiva, brutal, para mis muros,
con la beldad como tu escudo,
con tu lluviosa faz, con tu mirada...
Llueve y aguardo a que aparezcas,
de nuevo,
en mis nocturnos pensamientos vagos.

Sé que vendrás a mis encuentros,
porque es nuestra letanía inmemorial:
PER SAECULA SAECULORUM.

Tú, gotas de aguadulce, templas
los áridos instantes
de esta
-pactada-
lejanía.

Tú, lluvia indómita,
que nutres tierra fresca de mi cuerpo,
donde, por tu llegada,
florece
todavía
algo que es muy nuestro...