Cómo me es difícil hablar de frente con tu rostro...
Desde que te conozco no he podido dominar el sentimiento de mirarte a los ojos y decirte cualquier cosa, he intentado desviar la mirada, olvidar que eres tú, he tratado de asimilar el tiempo que ha pasado desde aquél primer encuentro, y no logro nada. Sigues siendo una pared interminable que se alza más arriba de donde mis ojos pueden imaginar llevarme.
Pero se supone que fuera fácil, se supone que el simple hecho de estar de este lado de la calle me dejara gritar cualquier cosa, decirlo sin mayor problema, es ese el conflicto precisamente, que no puedo emitir siquiera un leve quejido, y hoy me di cuenta, hoy lo soñe y se me fue el alma del cuerpo porque no entiendo como pasan las cosas tan veloces, y nos dejan como trofeos, sin hacernos siquiera opinantes.
Yo no lo sé de cierto, lo supongo, dice Sabines, que una mujer y un hombre un día se quieren... y qué pasa entonces... se van quedando sólos.
El temor más grande, la soledad, y sin poder hablarle al rostro acusador que se ha clavado en tu cara, y en el de todos los presentes, los ausentes... es el querer hablar cuando se es mudo, cuando no sirven las manos sino para limpiar las lágrimas de desesperación...
Cuando no tengo nada que decir, y no sé si por miedo o por incomprensión...
Quiero hablar con tu rostro y no he podido, díselo tú, por favor...
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