04 diciembre 2008

Quiero alcanzarte

I

Cuesta tanto trabajo despertar, con la botella al lado después de una tremenda noche de parranda. Los amigos se han ido, los conocidos. Nadie se quedó después del último trago de licor. El imán ha terminado su eficaz atracción. Sólo queda la casa vuelta loca, el estéreo encendido todavía y mi perro debajo de los cojines del sofá que volaron, parece que sigue dormido, por lo menos lo finge y le sale bien.

Al abrir la ventana encuentro un sol tremendo que me rostiza apenas corro las cortinas, y el estar en el quinto piso me rovoca vértigo todavía. Los edificios se elevan incólumes entre las riadas de gente y automóviles, resisten todo, siguen de pie.

Un par de aspirinas y una coca cola fría aliviarán la cefálea, y espero que el baño de agua tibia haga lo mismo con el cansancio. Relajación. Descanso. Muerte. Terror.


II

En ocasiones los techos se acercan a pocos centímetros de uno, quizá tengan ganas de acariciarnos la mejilla, el problema es que son muy grandes y pueden aplastarnos, pero la buena intención sigue reconociéndose. Si aguzo el oído logro escuchar desde la alcoba, unos pasos ligeros que van de la cocina a la sala y se repiten, me causan mucha risa porque me arrullan.

Tu silueta dibujada con labial en la pared sigue allí, no se ha borrado, parece que es una buena contendiente contra el tiempo pues ha soportado a pie firme y hasta ahora no he tenido una sola queja de su parte. Creo que le gusta ese lugar, será porque está frente al espejo: es tu silueta!

Respiro hondo y despacio para que los pulmones se llenen de paz, para que no exploten mis ojos de llorar, para drenarlos poco a poco, mientras el mundo afuera sigue su camino, como una película que se repite en el ciclorama celestial todos los días, una función eterna, casi una condena.

Ya ni siquiera la luna me sorprende. Espera, mi perro no ha comido.


III

Busco tus labios con ternura, con pasión pero sin apresurarme, para no matar de golpe los segundos sino avivarlos para que duren más, para que maduren lo suficiente entre los dos. Con un solo movimiento te recibo en mis pupilas, y como por automático encuentran mis manos tu cintura y te abrazan. "Toco tu boca"; -shhh, no digas nada.
Tarareo alguna tonada para que te duermas, y con mis dedos contornear tu boca aprendiéndola otro poquito.
Me acerco a ti con los nervios de un primerizo, y siento tu respiración fugaz en mi nariz. El momento es místico, es el Nirvana amoroso, la consumación de lo escrito. Si estuvieras despierta no sería igual.
Te dibujo en la estrellas un retrato con mis ojos, para que no te me olvides ni en la ocsuridad.
Siento el calor de tus labios en los míos, la sangre que ebulle en tu boca roja, carnosa, un beso sin movimiento, puro. El mero contacto que conforma a mi alma. El deseo tantas veces anhelado ya cumplido. Siento que robo tu voluntad pero no me detengo, es un instante delicioso... El mundo se desvanece.


IV

Dicen que yo te maté, eso no es cierto, yo ni siquiera sabía que habías muerto hasta que llegaron a la casa y tiraron la puerta. Me llevaron a la fuerza, sometido por tantos golpes y patadas, sentía correr mi propia sangre, pero no tenía dolor.
Unos dicen que yo te asesiné, que me vieron con tu cadaver en mi casa; pero es que tú no estabas muerta, simplemente estás dormida pero no quieres despertar porque temes enamorarte de mi, siempre has tenido miedo de amarme. No quieres despertar.
Yo no pude matarte porque tu corazón sigue latiendo, tu corazón que es el mío... no puedes estar muerta.
Dicen que estabas azul cuando llegaron por ti, no entienden que tu color siempre ha sido ese, no saben nada, y ya nos han separado... y no me dejan tocar tus labios otra vez.


V

Una cuerda en mi mano es el camino más corto para reencontrarte. Cruza sensual por mi cuello, me abraza cada vez más fuerte, cada vez más, cada... vez... más...

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