04 diciembre 2008

Collage

-¿Sabes? creo que ahora ya no tengo miedo.
-No tendrías porque temer después de tantas veces que lo has hecho.
-Quizá, pero todavía de sentía algo inseguro, probablemente sea que es la primera vez que hablo ante tanta gente de mi vida, de mis proyectos, de todo lo que ambiciono y que no sé si lograré hacer. Además, tengo que parecer sereno ante las cámaras y sabes cómo me pongo nervioso cuando siento tu mirada, imagínate saber que del otro lado de ese inerte cristal hay miles, o millones de personas esperando que diga algo inteligente, de esas frases típicas de un escritor, de un intelectual... esos monólogos que parece repiten con alguna variación sintáctica en cada entrevista que les hacen; pero yo no soy así, no puedo ligar más de dos o tres palabras sin detenerme a pensar si lo que digo está bien, moralmente y sintácticamente también. ¿Sabes lo difícil que es tener el vicio de la autocorrección?
Recuerdo que te levantaste por agua a la cocina.
-No seas tan exagerado, eres bueno en lo que haces. A mí siempre me ha gustado. -Decías mientras escuchaba el gorgeo del garrafón al vaciarse.
-Claro, pero tu me quieres, o eso me has dicho siempre -bromeé -Y son distintas las palabras que te digo a ti, porque las digo enamorado, y eso es una buena manera de alcanzar la inspiración.
Seguía con el paquete de hojas blancas en la izquierda y la pluma en la derecha y las miraba como si me encontrara ante un terrible laberinto del que no podía siquiera encontrar la puerta de entrada, mucho menos pensar en salir de ahí. El discurso debía entregarlo por la tarde ante un auditorio lleno según lo que la televisión predisponía: presentar mi nuevo libro.
Jamás entenderé porqué hay que presentar los libros, ¿no es mejor que la gente los conozca por propia voluntad? como hacemos con las personas; además hay que tolerar esas preguntas repetitivas y hartantes de los periodistas "¿qué quiso decir en su libro?", joder, qué no se dan cuenta que lo que quise decir ya lo dije!

...-Así es la cosa mujer, estoy enamorado de ti desde hace algún tiempo pero no sé como lo vasyas a tomar, hay tantas personas que se empeñan en apresurar las cosas, y empiezan a surgir preguntas de tu madre, de tus hermanos, de tu papá y yo no sé qué decirles, porque ni siquiera sabía bien lo que te iba a decir a ti, pero prefiero soltar toso esto que traigo en el pecho antes que se vaya haciendo más y más grande y me haga estallar las costillas. Tal vez haya sido que me escuchas, que me pones atención, tal vez han sido muchas cosas, pero al final resulta que me gustas y que en algún momento te ibas a enterar, mejor que sea hoy y que sea por mi boca.
Te qudaste callada supongo que incrédula por lo que te decía.
-No quiero que esto cambie, somos buenos amigos.
Una manera cortés de tirar una bomba de neutrones para la imaginación.

El teléfono empezó a sonar. Ring, ring, ring
-Bueno... ok... a las 8... perfecto, ahi estaré... claro que sí... de nada.
-¿Quién era?
-Era Alfredo, me dijo lo de la entrevista en el estudio de televisión.
-Te estás volviendo famoso
-Claro que no! Tal vez estoy de moda solamente. Y ni siquiera soy yo sino un libro que ya no es mío.
-No hagas drama y ven a comer.
Corrí a darte un abrazo y un beso.

-¿Qué pasa con las visitas?¿A qué se deben?¿Algún secreto?
Eran demasiadas preguntas y no sabía cuál empezar a contestar.
-Las visitas, pues, han sido más bien pocas y son porque me ha escuchado mucho en estos momentos que necesito una amiga. ¿Secretos? Ninguno, yo la respeto mucho y usted lo ha visto, además nunca podría hacer algo para lastimarla porque usted y su familia me han tratado siempre muy bien. -Las manos me sudaban y sentía la mirada de tu padre clavada en la coronilla.
-Nadamás le recordaré joven, aunque esté de sobra, que se vaya despacio ¿está entendido?
-Claro que sí señor, le prometo que así será.
-Matilde, apúrate que el joven te está esperando desde hace rato!

-¡Mira! ¡mira! ya lo publicaron Tila, ya lo publicaron!
-Felicidades amor, me da mucho gusto.
En silencio, tu padre se acercaba desde atrás de tu sala.
-Espero joven que además de ese pasatiempo tenga intenciones de trabajar.
-Disculpe usted señor, pero esto es fruto de mi trabajo...

-¿Te acuerdas cuánto tiempo tardé para que me dijeras que sí?
-Claro que me acuerdo, por algo tengo las fotos ordenadas en la mesa...
Comencé a escribir en las hojas: "Un déjà vu es más increíble cuando lo vive alguien dedicado a la literatura..."
Me levanté de la sala y me despedí con un beso. Sonreíste igual que la primera vez que descubrí que me gustabas, con la misma intensidad me latió el corazón

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