He aprendido tantas cosas esta tarde...
Por primera vez me fijé cuán alto puede llegar un niño para tocar el cielo,
aprendí que los ángeles vienen de visita y cómo nos entristecemos si se van,
comprendí lo mucho que dice el silencio,
reencontré el valor de los recuerdos que viven en el corazón,
encontré un rincón en que me siento a gusto, con mi perro al lado,
descubrí cuánto vale una risa sincera e inocente para un corazón confundido,
supe lo poderoso que resulta el mero deseo de un beso
las noches que un par de labios pueden robarte.
Conocí la utilidad de un celular en momentos de melancolía,
la felicidad que causan un par de palabras sin sentido, simplemente por ser la respuesta "esperada"
Encontré amigos en esos lugares donde había dejado de buscar,
rasqué la tierra con las uñas para sentir dolor, para ver mi roja sangre,
para ver que tu nombre está tatuado en cada gota carmesí;
Ayudé a mi subconsciente a superar el temor de enfrentarme al pasado,
valoré como nunca antes un abrazo,
extrañé de inmediato la incertidumbre de unos ojos marrones
y encontre un espejo que refleja esa mirada
así me vi desde la esquina encantado por esas pupilas y por el reflejo de igual modo.
Terminé la tarde con un poco de frío y me puse la chaqueta,
con mi café en la diestra sigo caminando hacia el solar
mientras el vapor empaña mis anteojos y mi sonrisa sale espontánea
con un tiritar leve, por encima de mi bufanda beige.
La tarde va perdiendo su luminosidad y yo pierdo el sentido
me voy hundiendo en el calor negruzco del café,
el aroma llena mis entrañas... el calor resbala en mi garganta
y tu nombre se va ahogado con el líquido.
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