Ay corazón si lo supieras. Debias ser menos idiota a veces, por lo menos para variar ¿no? Creo que a tí no te falta vida sino ojos y un cachito de sentido común, mira que me has metido en cada problemón que ya no hallo cómo esconderme cuando por tu culpa llego a meter la pata, pero desafortunadamente el que da la cara (y recibe las bofetadas o los cocolazos) soy yo; tú te escondes cómodamente entre mis costillas y desde allí nomás te asomas de repente para ver como va la situación, pero uno aquí, en el mundo real se las tiene que ingeniar para sortear esos laberintos en que te gusta andar.
Es que te fijas en cada muchachita que Dios guarde la hora! y agarras parejo como podadora, sean altas, rubias, morenas bajitas, gorditas, de todo te empachas y poco te importa su estado civil.
Como aquella güerita chaparrita de la escuela ¿Te acuerdas? ¿Cómo se llamaba? Ángeles creo, ¿o no? bueno, dejémosle el nombre porque fue el que primero me vino a la cabeza. La viste pasar por el patio cuando ibamos bajando para el recreo y te colgaste de su pelo como garrapata, y ahí me llevas a mi de pegoste, a mí que nada tenía que ver con esa muchacha y que era tan feliz sin saber de su existencia. Llegamos a la cancha de fútbol y no conforme con seguirla, me obligaste a levantar la mano y tocarle el hombro nomás para preguntarle cómo se llamaba... Ay no, ¿te acuerdas que se rió de mi casi una semana? Porque aparte era de sexto y nosotros apenas de tercero... pero luego, un día sin que yo lo esperara se acercó y me dijo "Ángeles" y se fue y jamás volvimos a saber de ella.
Pero tampoco te importa que anden acompañadas, y no me pongas esa cara que sabes que no miento... Acuérdate de Paulina, la hija de Doña Gloria. El día que se te ocurrió enamorarte de ella me hiciste ir a su casa a decirle que yo no podía vivir sin ella y ¡sopas! que llega el novio y la corretiza que nos puso, aunque esa fue la vez que me di cuenta que servía para eso de las carreras, pero el susto no se me olvida condnado.
Y no me pongas esa carita de mustio ¿eh? Luego, no me digas que no te suena el nombre de Brenda, sí, Brendita, la morenita que le decían la nevera por aquello de que meneaba bien el bote; sí esa fue también de tus amores platónicos, pero ahí sí el ridículo fue general, mira que gritarle en plena calle que la querías "pa´ti solito", bueno, pa´mi, bueno yo lo grité pero tu lo dijiste... y cuando pensabamos que la habíamos logrado porque volteó y vino hacia nosotros ¡zas! con el mandarriazo que me puso y todo por tu afán de niño gritón de la Lotería.
No, pero eso no es nada, que me dices de la miss Mónica, cuando nos cachó viéndole los calzones en la secundaria por abajo de la escalera; claro, a tí no te pasó nada, pero a mi me jaló la patilla y ´ámonos a la dirección, y de nada servían mis súplicas ni mis explicaciones del profundo amor que le tenías.
Pero cuando de verdad te pasaste fue con las gemelas Rendón...¡ERAN DOS! y de las dos te enamoraste; ahí andabas babeando, y recuerda que yo me resistí porque siempre me acababan fregando a mí... no podías con una y ahí vas con las gemelas, pero al menos ahí fue doble ganancia(doble beso y con Almita un poco más) y tambien doble cortón...sin agresión fisica.
Y ya nomás para no seguirle pero que tal Fernandita de la prepa, me hiciste escribirle la carta, llevarle flores, llevarle gallo (con gallos en la cantada pero míos), y todo para que anduviera con el tarugo de Gonzáles porque "él si sabía tratar a una mujer" nah! patrañas, era por su méndigo carro, porque nosotros pues puro triciclo apache. Interesada
Así es siempre y no te hagas guaje que no es cierto, yo siempre recibo las malas de lo que a ti te encapricha, así que ya no seas así, bájale dos rayitas a tu relajo, no ves que ya quiero sentar cabeza y darle más a la escuela...
... el corazón, rojo y palpitante no decía nada, latía solamente como burlándose de aquel joven ebrio de la barra que le reclamaba tantas cosas... Una mujer pequeña y menuda de cabello negro hasta el cuello, una sonrisa infantil e inocente entró en la catina por efecto del azar. Se acercó a la barra.
-Hola, ¿me permitiría usar su teléfono?...
... Salió del lugar a los pocos minutos. Y tras ella, salió un apéndice del tamaño de un puño, latiendo apresuradamente, detrás, un joven era arrastrado por la correa que el corazón sostenía...