...mis veintisiete caracteres con que debo escribir cada vez que las manos se desatan...
23 noviembre 2008
Esta tarde
Por primera vez me fijé cuán alto puede llegar un niño para tocar el cielo,
aprendí que los ángeles vienen de visita y cómo nos entristecemos si se van,
comprendí lo mucho que dice el silencio,
reencontré el valor de los recuerdos que viven en el corazón,
encontré un rincón en que me siento a gusto, con mi perro al lado,
descubrí cuánto vale una risa sincera e inocente para un corazón confundido,
supe lo poderoso que resulta el mero deseo de un beso
las noches que un par de labios pueden robarte.
Conocí la utilidad de un celular en momentos de melancolía,
la felicidad que causan un par de palabras sin sentido, simplemente por ser la respuesta "esperada"
Encontré amigos en esos lugares donde había dejado de buscar,
rasqué la tierra con las uñas para sentir dolor, para ver mi roja sangre,
para ver que tu nombre está tatuado en cada gota carmesí;
Ayudé a mi subconsciente a superar el temor de enfrentarme al pasado,
valoré como nunca antes un abrazo,
extrañé de inmediato la incertidumbre de unos ojos marrones
y encontre un espejo que refleja esa mirada
así me vi desde la esquina encantado por esas pupilas y por el reflejo de igual modo.
Terminé la tarde con un poco de frío y me puse la chaqueta,
con mi café en la diestra sigo caminando hacia el solar
mientras el vapor empaña mis anteojos y mi sonrisa sale espontánea
con un tiritar leve, por encima de mi bufanda beige.
La tarde va perdiendo su luminosidad y yo pierdo el sentido
me voy hundiendo en el calor negruzco del café,
el aroma llena mis entrañas... el calor resbala en mi garganta
y tu nombre se va ahogado con el líquido.
20 noviembre 2008
Sobre las musas
Amanecer
El crepúsculo descubre el horizonte
desde el oriente se levanta fuerte
el sol ardiente, astro de mi suerte
que espera ansiosa recordar tu nombre.
Busco alguna ocasión, será perverso
el deseo irrefrenable de abrazarte
la pasión de no verte, de extrañarte,
de morir en las noches por un beso...
Ay de mí, corazón, por solo un beso
por un roce fugaz de tu figura
por tus piernas, tu cuerpo, tu hermosura
deseo intermitente que aún perdura.
Un sueño no es bastante para verte
unida a mi existir como quisiera
perfecta, enamorada, y sincera
con un amor fugaz, pasión sin muerte...
escucha este latir en lo profundo
de sístole y diástole en mi pecho
que quiero estar contigo en ese lecho
y no quiero dejar que caiga el mundo
construido para ti en mi mente,
con la imaginación llegada a tope
no dejaré, mujer, que un solo golpe,
me retire el placer de ser tu amante.
Vuelo
los sonidos de las noches que pasamos,
tus manos, tus pechos,
las fotos que cobran vida,
vuelta tu aroma, y vuela el recuerdo...
¿Vuelan igual mis palabras
al decirte que te extraño?...
Tu rostro... Tu recuerdo
He decidido caminar por hoy, el tráfico se ha hecho cada vez más pesado y ya no tolero igual que antes la conducción de un automóvil; yendo por Madero, al final decido visitar La casa de los azulejos. Por alguna razón siempre me trae un poco de tranquilidad entrar a esa vieja contrucción, y puedo tolerar el centro de consumo en que se ha convertido siempre y cuando unas enchiladas suizas me acompañen.
Me han asignado la mesa del fondo y mientras espero que llegue la cena, como predicto has aparecido inmediata después del relámpago, bendita lluvia que hoy ha traído consigo una belleza casi plástica (debe serlo porque de otra forma me hubiera ya amarrado un cable al cuello y muerto ante la sola idea de no poder tocar tan perfecta anatomía); los truenos caen tirando quizá ángeles como tú de su sitio celestial. El lugar se encuentra atestado, todos ya se han refugiado aquí de la tormenta y no encuentras asiento alguno, yo solo logro posar mi mirada como un ancla en tu cuerpo y tú la guías como el pez al anzuelo de la caña, pero quién es el pez y quién el pescador...
Después tus ojos aguamarina detectan mi presencia y tu pelo mojado delata tu desesperación, te has quedado de pie en frente de mi mesa, la gabardina empapada, tu cabellera escurre igual que el maquillaje y el paraguas desecho por el viento, yo no encuentro qué hacer porque sigo perplejo, no puedo siquiera articular una cortés invitación.
-¿Puedo sentarme-
Tienes la voz más melódica que jamás imaginé; más que un querubín de alguna iglesia, más incluso que la venus que surge de las olas, más que las sirenas, más aún. Apenas alcanzo a dar un sí con la cabeza...
-Muchas gracias-
No puedo reaccionar, supongo que debes tener un efecto neuritóxico porque me siento tremendamente envenenado, torpe, lento... Mi mano derecha se extiende al portafolio que dejé en la silla y en automático extraigo un fólder que había cargado desde mis 9 años, el pulso hace tamblar mi muñeca y tu sonrisa sigue intacta, como una droga tranquilizadora.
Del fólder amarillo desgastado por el tiempo ha caído una hoja también en tono mohoso; al tomarla mi mano sigue temblando, sigo incrédulo...
Tú has abierto tu bolso y extraes una fotografía, sin decir nada tomas mi mano...
-Esque es imposible
-Ya ves que no- respondes tranquila. -pero olvídalo mejor invítame un café.
Un poco perturbado pido otra taza para ti y volteo a la ventana al tiempo que un relámpago ilumina la calle; y en la cornisa de una ventana, un tipo alto vestido en gabardina negra y con sombrero se sonríe con la vista hacia el Eje Central... En la foto de la mesa estaba yo, y en un dibujo que imaginé hace doce años, tu rostro es el que aparece...
19 noviembre 2008
Envidias
las curvas de tu cuerpo,
el color de tus ojos,
la suavidad de manos, y la línea de tus senos;
la firmeza de tus muslos y tus piernas,
la brevedad de tu cintura
y tu hermosa sonrisa...
oh bendito crepúsculo, yo... yo sólo conozco tu nombre...
18 noviembre 2008
Has llegado en un momento decisivo...
Los pies me arden, cada uno de mis dedos tiene llagas, me escurre un poco de sangre porque perdí los zapatos hace tiempo. Fue un largo camino, primero la decisión luego el escarpado pico pero he llegado porfin, ya no tengo más que planear. Sólo escucho el viento y un par de aves que despiertan para ir a cazar.
Por fin abro los ojos, qué espectáculo tan bello: el bosque en la lejanía y esa serpiente de agua que cruza abajo, contrastando con el rojo de la piedra, estación y movimiento siempre la misma paradoja, cómo recuerdo ahora las palabras de mi padre, sus consejos, los abrazos; también a las mujeres que han pasado por mi vida, todas han sido importantes, desde el roce de la mano al beso, la caricia o el sexo.
Avanzo un par de pasos y mis dedos descansan de la tierra, ya no arden, ahora solo bombean sangre que me recuerda que estoy vivo. Involuntariamente tiendo a sonreir. Quiero avanzar un paso más, pero un grito me lo impide, mi cuerpo no responde.
Un cinturón me constriñe son dos brazos blancos y cálidos que me han detenido, todavía no comprendo lo que pasa... Escucho un par de voces más a lo lejos, apagadas, amortiguadas quizá por la altura, no lo sé.
Giro lentamente mi cuerpo y descubro una mirada azul profunda que se llena de lágrimas poco a poco, y una boca carmín de labios finos que se mueve pero no suelta sonido alguno, creo que los oídos se me han tapado. Por fin comprendo lo que dice
-No te vayas, Te amo.
Y entonces el sueño se termina y me descubro al borde de un abismo...