27 junio 2012


Doceava taza de café
Séptima vez que lo pienso,
Lo olvido, lo intento, fallo, nuevamente.
¿Qué cosa está mal del silogismo?

Otro sorbo.
Caliente y anodino, pero no borra nada.
En la lengua  perviven tus sabores: tu cuello,
Tu cintura, tu lengua serpenteante y constrictora…
Y las palabras que salen para memorar

La noche no es olvido,
El sorbo no es remedio…
¿Es esta la condena prometéica
De vivir y morir todos los días?
¿A qué dios vengativo robé el sacro
Verbo, restricto para el hombre?

“Las cosas cobran existencia si se nombran”
Y el hombre es de palabras,
Es la palabra “hombre”,
Como en el arquetipo del Cratilo y Judá,
Como lo dijo el ciego y el ciego antes del ciego,
Y éste antes, antes que él mismo.

Tú en el universo, y yo: las coincidencias
Terribles.
Si yo soy lo que he sido, y soy aleph…
Alfa y omega, anillo de Moebius.
Todos somos el cosmos y el cosmos en nosotros…
¿Cómo, entonces, cortar el hilo arcaico,
Eterno, atemporal de mi “yo mismo”?

Doceava taza de café.
Y todo se presenta tan igual como al principio.

26 Junio, 11:20 p.m.

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