Doceava taza
de café
Séptima vez
que lo pienso,
Lo olvido,
lo intento, fallo, nuevamente.
¿Qué cosa
está mal del silogismo?
Otro sorbo.
Caliente y
anodino, pero no borra nada.
En la
lengua perviven tus sabores: tu cuello,
Tu cintura,
tu lengua serpenteante y constrictora…
Y las palabras
que salen para memorar
La noche no
es olvido,
El sorbo no es remedio…
¿Es esta la
condena prometéica
De vivir y
morir todos los días?
¿A qué dios
vengativo robé el sacro
Verbo,
restricto para el hombre?
“Las cosas
cobran existencia si se nombran”
Y el hombre
es de palabras,
Es la
palabra “hombre”,
Como en el
arquetipo del Cratilo y Judá,
Como lo dijo
el ciego y el ciego antes del ciego,
Y éste
antes, antes que él mismo.
Tú en el
universo, y yo: las coincidencias
Terribles.
Si yo soy lo
que he sido, y soy aleph…
Alfa y
omega, anillo de Moebius.
Todos somos
el cosmos y el cosmos en nosotros…
¿Cómo, entonces, cortar el hilo arcaico,
Eterno,
atemporal de mi “yo mismo”?
Doceava taza
de café.
Y todo se
presenta tan igual como al principio.
26 Junio,
11:20 p.m.
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