27 junio 2012



Tú te crees el miedo unívoco,
Te compras esa idea de mi seguridad,
Desfachatez, alienabilidad.
Te miras al espejo y sólo tú te ves…

Yo preparo maletas,
Preparo mis palabras para antes de partir.
Imagino que no querrás oírlas,
Pero las elucubro…
                Por si
                       Acaso.

Un viaje es, de suyo, impredecible:
Nos transforma, nos cambia,
Modifica
La relación de uno con su mundo.
Mas nunca soy el mismo:
Ya no soy lo que fui
                Ya no
                       Ya no
                               Ya
                                  No.

Soy como la escultura o la piedra playera…
Me pulo de las formas que me sobran
Cada segundo, a cada instante, como una pena terrible.

Tú,
Tú sólo miras tu miedo pero olvidas su universalidad:
El miedo de los miedos: el futuro.

Yo partiré mañana por la tarde,
Tú aguardarás, o no,
Pero tendrás el miedo por certeza y esa incertidumbre
Como losa.
Yo volveré
                -lo sé-
Pero preguntas “¿cómo?”
Y entonces, sí, quedo silente,
tan sin palabras,
Y te abrazo para que no veas el llanto en la mirada
Ni la gesticulación a oscuras de un imbécil:
                                               -no sé-

Doceava taza de café
Séptima vez que lo pienso,
Lo olvido, lo intento, fallo, nuevamente.
¿Qué cosa está mal del silogismo?

Otro sorbo.
Caliente y anodino, pero no borra nada.
En la lengua  perviven tus sabores: tu cuello,
Tu cintura, tu lengua serpenteante y constrictora…
Y las palabras que salen para memorar

La noche no es olvido,
El sorbo no es remedio…
¿Es esta la condena prometéica
De vivir y morir todos los días?
¿A qué dios vengativo robé el sacro
Verbo, restricto para el hombre?

“Las cosas cobran existencia si se nombran”
Y el hombre es de palabras,
Es la palabra “hombre”,
Como en el arquetipo del Cratilo y Judá,
Como lo dijo el ciego y el ciego antes del ciego,
Y éste antes, antes que él mismo.

Tú en el universo, y yo: las coincidencias
Terribles.
Si yo soy lo que he sido, y soy aleph…
Alfa y omega, anillo de Moebius.
Todos somos el cosmos y el cosmos en nosotros…
¿Cómo, entonces, cortar el hilo arcaico,
Eterno, atemporal de mi “yo mismo”?

Doceava taza de café.
Y todo se presenta tan igual como al principio.

26 Junio, 11:20 p.m.

19 junio 2012

La brújula no da
no apunta cual debiera.
La vastedad de este páramo maldito
ocupa todo
y la desolación, y el miedo
¿dónde me encontraré si todo es tanto?
si todo igual y no hay ninguna diferencia...
Caminar en círculos 
y que los ojos se resequen.
Es el vuelo imposible
del destino marcado. (Jun 18)

12 junio 2012


Lo instantáneo del hoy, de este momento
Invalida cualquier gesto pasado.
Hoy soy, porque hoy existo
Y sólo en el presente me conozco
Del que fui, nada hay,
Menos de quien seré
Meros giros verbales dentro del paradigma
Y la palabra, espuma, revienta con el aire.

La voz, palabras, letras, signos
De lo incompleto
Y sólo veintisiete para expresar el todo
¿es realmente el tamaño
De nuestra realidad?
Un agujero negro, un circunloquio eterno

Acaso sea lo más
Tamañas coincidencias
Que encierran los pronombres
El “yo” y el “tú”, el “nosotros”
Y son, tan sólo, letras
Pero cobran historia cuando se van al texto.
Al menos es el sueño.

No quiso nunca el hombre asir el Universo,
No quiso pues no pudo
¿cómo, pues, domeñarlo si ante un solo segundo
Resulta inadmisible imaginarlo?

Yo soy. El del ahora,
Y muero en cada verso
El que empezó este texto
No es ya lo que otrora…

Soy yo
                Ya no
                                Ya menos
                                               Pero soy
                                               Un golpe del aliento
                Una vida que muere
                               Una muerte que vive
                                               El recuento constante de mis muertes sucesivas.
Soy fénix derrapante, soy Prometeo... 
soy el mito y la consciencia.

Falta saber, entonces, ¿para qué?

11 junio 2012

Porque quise escribirte hasta agotarme...


Porque quise escribirte hasta agotarme
Con sólo veintisiete signos
Escribir, escarbar, exorcizarte
Despegar tu pronombre de mi nombre
                Ya no habrá “yo”
                     Ya no “nosotros”
Si acaso alguna vez lo hubo

La tinta es negra y densa como sangre
La pluma el filo intransigente
Hieren ideas, por eso las extirpo
Porque te llevan de trasfondo ciego
                Ciego de amor
                               De ayer
                                    Ciego total
De arrancarme los ojos
Prefiriendo el no ver que tu recuerdo

Y entre ojos y sangre y tinta y plumas
Yo proclamo mis versos para nadie.

Somnolencias 1

Y fue que desperté, ya por designio, con el sudor rodando por la frente. Estabas tú, te juro mis palabras: estabas. ¿O era acaso que, en el sueño, te inventé? No sé si Maga, si Teresa, si Isolda o si acaso inominada…


Apareció primero tu calor, esa era tu esencia y no había más, sólo la esencia. Conforme despertaba me nacías, el pecado y el cuerpo me llegaron, te fueron, nos dieron la circunstancia cómplice: a ti para nacer, a mí para creerte. Y se vino el agua de la lluvia, entre la oscuridad nocturna y mi abulia… la lluvia te pulía de las formas, los muslos y las piernas, las manos y los labios…

Sopló Eolo suave, con el frío suficiente para acercarme más, al sueño, a tu sueño. La ropa fue lo último en llegarte y se humedeció al instante. El cabello formado hebra por hebra, te rodeaba la cara y elevabas los ojos: me mirabas. Y quise justo entonces que acabara, porque tu pretensión corporeizante derribaba la univocidad de mi deseo: nombrar da la existencia, el verbo es el SUM.

Despierto para dejarte encerrada y no te pienso, ni te nombro… ni te lloro, no siempre. Lo de hoy: despertar con sudor y enternecido, es mera casualidad.

Angelical


Entre el retumbo de tormenta llegas,
con tu elegancia y firme devaneo.
Abres las alas, fuerzas el deseo,
y por entero, el batallón, doblegas,

de los pensares que de ti poseo,
donde sensual, con tu cabello juegas,
y en el cenit del sentimiento pegas,
ángel que regalóme el jubileo.

Muestras los rizos de nocturna estampa,
con los cuales pudiera suicidarme
si fuese tal tu voluntad. La trampa

que nace de tu cuerpo pontificio,
la tomo por sepulcro si requiero,
por un beso, ofrendarte un sacrificio.

Renunciación

No soy de los que quieren poco
soy, creo, de los que se desbordan
en las manos, los roces y sonrisas
soy de quienes no acotan nada


Pero así como fue, intempestivo,
irrverente, fatuo, abusivo...
también soy visceral, pues soy humano
y hoy
en esta justa hora
renuncio a lo que había jurado,
renuncio porque lo creo justo
porque el equilibrio lo precisa
y esta hermandad que otrora nos uniera
como imanes iguales
hoy nos aleja en línea recta.