25 septiembre 2012

Quiero...


Quiero un amor como el tuyo,
como ese que se ha quedado repartido en tantos cuerpos,
en tantas piezas de rompecabezas
                      -muchas de ellas, que no encajan-;
un amor,
      mezcla perfecta de los nombres,
               del Nombre...
                            de tantas "tús".

Quiero una boca perfecta
que anule las noches frías,
que bese en todas las formas:
boca de labios eternos de los sueños,
la boca del arquetipo
que habla lo mismo que muerde,
despacio pero constante,
erótica, inteligente.

Quiero tu cuerpo esculpido
a mano y a fuego lento.
Cuerpo de Venus,
                    Cibeles,
           Cleopatra,
                              Demeter,
                      Isis,
cuerpo de Maga, de Teresa...
quiero ese cuerpo armado como el Golem,
quiero brindar vida en un soplo, como lo hizo el judío.

Quiero dejarme ir hacia tu sexo,
quiero saber del éxtasis del místico_
"Si los ciegos ahí no ven nada profundo,
los sabios, que lo supremo han reconocido,
en Él se han fundido"...
quiero determinarme allí, en ese momento:
saborear el placer y los pecados,
condenarme a la no resurrección
por ese instante vago.

Quiero fumar un cigarrillo viejo,
en el viejo sillón del piso viejo,
con la vieja nostalgia de aquel tiempo...
Admirar ese humo que me ahoga,
aprisionar la brasa con los labios:
purgarme las palabras de la lengua.
El infame placer, lo doloroso,
el flagelo autoinfligido,
eufónica combinación ensangrentada.

Quiero morir después de todo aquello:
después de amor, de cuerpo y de tu sexo.
No encuentro otra razón que me sostenga:
sea tu contemplación,
anhelo tuyo; tu deseo.
Deseo el final del falso corpus facto,
deseo tus gestos y mi piel entreverados,
un grito, una arcada y el ocaso.

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