De nuevo, queridos lectores, me encanta el surrealismo que Dalí había ya mencionado respecto de nuestro país. Suceden las cosas más extrañas, algunas incluso, podrían pasar como argumentos ficcionarios de alguna novela o cuento escrito por Faulkner o Kafka, pero sólo en este universo, en esta tierra, cobran realidad.
Y el ejemplo no tuvo que aparecer tras una búsqueda exhaustiva de campo. Apareció inesperado e intempestivo, como todo lo que hace mella en la memoria. Viernes por la noche y en televisión, en “Informativo 40” escuché la nota de la “terrible homofobia del gobernador de Jalisco” y lo peor, se había atrevido a decirlo en un foro público, vaya la indignidad que eso causa en la conciencia moderna y libertaria de todos los mexicanos ¿no?
Perdonen la ironía amigos míos pero no puedo dejar de reírme de las reacciones que surgen al escuchar algo así. Y no empezaré a catalogar qué está bien y qué mal, simplemente trataré de poner las cosas en su justo punto.
Dice un chiste de bar, que la homosexualidad en un principio fue denostada, reprimida, luego fue tolerada, ahora es aceptada y hasta aplaudida pero lo preocupante es que con esa evolución, en poco tiempo vaya a ser obligatoria. A qué quiero llegar, lo iré explicando de a poco en las siguientes líneas mis estimados lectores, pero podría resumirse de esta forma: creo que la homofobia no es una cualidad que deba respetarse, mucho menos cuando esta conlleva la violencia como una respuesta. De la misma forma, creo que la homosexualidad es una opción de vida, dignísima como las otras que pueda haber, no obstante, creo que al formar parte de una nómina de opciones, no debiera resaltar con afanes propagandísticos.
Si bien por un lado considero que el odio no debe ser una manera de actuar en cuanto nos confrontamos con algo diferente de lo que hemos considerado y se nos ha enseñado que es lo normal, también creo que sería utópico pensar que con el solo conocimiento se debe esperar una adaptación e integración inmediata de esa novedad al correr de la vida. A qué me refiero, bien, creo que si durante generaciones se ha establecido (cosa con la que, por cierto, estoy totalmente de acuerdo) que la normalidad es la relación macho-hembra, y se ve en gran parte de los especímenes mayores, es evidente que se tratará de establecer tal premisa y será lo socialmente aceptado puesto que es dicha relación la que permite la reproducción.
Por otro lado, hay activistas que pregonan que, dado que el cerebro humano es el más desarrollado, debe tener la capacidad de romper las limitaciones meramente instintivas y aceptar, casi por obligación las relaciones de tipo homosexual. Tal aseveración me parece ridícula porque, como en la didáctica, aunque un ejemplo se plantee en una muestra homogénea, todo practicante sabe que jamás tendrá ese grupo homogéneo y que un niño no reaccionará igual que otro puesto que la individuación cerebral lo establece así. Es lo mismo para este tipo de cuestiones, estos activistas se olvidan que las novedades llevan tiempo para ser aceptadas y además, aunque piensen que el hombre per se está obligado a superar lo instintivo, esa parte no se puede borrar porque está en la genética desde años y años y una cosa es poder dominar esa parte y otra muy distinta es querer cambiar el modo de organización cerebral que tanto tiempo ha tomado lograr.
Ello lo menciono porque el gobernador jaliciense tuvo la mala suerte y, aceptémoslo, la mala puntada de decir que le daba “asquito” el matrimonio homosexual porque aún estaba hecho a la “antigüita” y sucedió lo evidente, cada comunicador se le ha ido a la yugular en aras de una apertura de mente que se empecinan en obligar, porque esa es la palabra.
Pensémoslo un momento, ¿no es igualmente represiva la actitud de estos pseudo defensores de la equidad y los derechos universales para con aquellos que tienen ideas distintas? Porque así es como está sucediendo. Al parecer, en un principio se cobijaba esta nueva realidad bajo la protección de la ley, para guardarlos de violencias y ataques físicos o psicológicos, sin embargo, de unos años para acá, parece que esa protección que como ciudadanos merecen, se convierte en un privilegio y se les cuida muchísimo más que a otros sectores de la sociedad y ante ello sí muestro mi rotunda oposición. Porque se les acepta sus diferencias contra lo socialmente aceptado y establecido, pero tampoco creo que deba ser promovido ni elevado a una especie de martirologio.
Entonces, ¿qué es lo realmente justo? No quiero que se interprete que un servidor profesa una fobia casada contra quienes tienen preferencias sexuales enfocadas al mismo sexo, es cierto y jamás lo he negado, que no profeso ni un ápice de comprensión o agrado, pero igualmente cierto es que no trato de menospreciarlos ni pretendo que sean una aversión. De hecho tengo un par de amigos con tales gustos y confieso que, por lo menos dos de ellos, son de las personas que más admiro, mas no quiero que empiecen con interpretaciones: no los aprecio por su condición homosexual aunada a la intelectual sino que primero va su inteligencia para mí. Todos lo saben, a lo único que tengo fobia es a la gente idiota.
No quiero evangelizar a nadie, finalmente como un proverbio popular reza “caras vemos, entrepiernas no sabemos”. Cada quien puede hacer de su vida lo que desee y me que ese debiera ser el principio reinante. Así como unos alzan la voz para defender el orgullo gay y la igualdad legal en la empresa matrimonial, no veo porque no puede haber otros que no les parezca un modo adecuado de vivir, finalmente el derecho de uno termina donde comienza el de otros y eso es de un lado y de otro. Si nos atañemos sencillamente a lo que claman los reformistas de este nuevo grupo sexual, me parece contradictoria su postura pues si se solicita venia para no ya la tolerancia sino la aceptación entonces también deberán ellos aceptar que no a toda la gente le debe gustar su modus vivendi pues es parte de este monstruo llamado sociedad.
Así que para las comunicadoras que tachan de homofóbico al gobernador del estado de Jalisco por un comentario que, además de sincero, fue espontáneo, creo que bien les haría falta pensar qué es lo que quieren: escuchar lo que creen correcto o aceptar que la mentalidad de cada uno es distinta. La homofobia la entiendo como el ataque directo al grupo en cuestión y creo que el susodicho no hizo más que expresar su visión de vida, una visión que estoy seguro, muchos, en el fondo, compartimos. No es posible que una de las pocas veces que un político se expresa con sinceridad se le vaya el medio encima.
Queremos aceptación, comencemos por aceptar entonces que siempre habrá quien tenga ideas contrarias a las nuestras y no es obligación de nadie mentir para quedar bien con los demás, ni siquiera de los gobernantes, mucho menos de ellos. Se aceptan los grupos, pero no quiere decir que se esté de acuerdo con ellos, recordémoslo antes de esgrimir una opinión que moverá masas. Lo de Jalisco n fue nada para crucificar, sencillamente fue un comentario sobre el que se ha puesto más énfasis del que realmente merece.
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