He repasado la historia de tu cuerpo en mi memoria, los acontecimientos imborrables, las marcas que has dejado en mi piel, y entonces mi boca se curva levemente, ¿me miras? es una sonrisa. Al mirar tu foto seductora mi piel se estremece y se contrae y entonces vuelve tu perfume al aire, y estás tan cerca de mi cuerpo, estás, puedo sentirlo, al otro lado de la puerta, esperando que dubitativo me levante para abrir y verte como ángel esperandome. Perdón, no me hagas caso, quizá sea por el whisky que casi se ha terminado, últimamente me da por beber de noche, para que no me veas. Ahí está tu aroma, fragancia de jazmínes y eucalipto. Y está tu cuerpo de concurso que me ha quitado el sueño tantas noches, afortunadamente.
Apareces con tanta frecuencia en mi mente que vuelvo a casa nadamás para llamarte y saber que no eres sólo el sueño, sino que estás allí, esperándome del otro lado de la ciudad, sonriente y cariñosa; que no eres ilusión, que sí existes y que si te amo así.
Perdón, no me hagas caso... es que te estoy extrañando
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